5 min.L’ Immensità fue la quinta película de Emanuele Crialese, a quien todo el mundo seguía la pista tras el éxito de sus anteriores trabajos, Respiro, Nuovomondo y Terraferma (la primera arrasó en Cannes y las otras dos tuvieron premio en Venecia). Entre sus admiradores estaba Penélope Cruz, enamorada de la historias que llegan desde Italia, en el pasado y en el presente. Por eso, el director no dudó en contar con ella para interpretar a Clara, fascinado por su “calidad interpretativa y su sensibilidad para mostrar las emociones”.

La película nos hace un retrato de Clara, pero también de una familia entera y de un país metido de lleno en una transformación social. La historia ambienta la película en la Roma de los años 70 y el guion lo escribieron a seis manos, entre Crialase y los guionistas Francesca Manieri y Vittorio Moroni. “Es uno de los mejores que he leído”, decía Penélope, “y me llega en el momento de madurez que el personaje necesita”.

Adriana quiere ser Andrea

A través de Clara, el director pone el foco en diferentes dramas familiares, desde la crisis matrimonial, la identidad sexual de los hijos, la violencia machista. Clara y su hija comparten espacio vital, pero sus cárceles tienen distintos barrotes. Les une la fuerza, y las ganas de sobrevivir en un mundo que ha sido demasiado hostil para las dos. Adriana, la mayor de sus tres hijos, tiene 12 años y siente como chico. Quieren que todos la llamen Andrea (en Italiano, es un nombre masculino) y su madre opta por un término medio: Adri. “¿Es más importante lo que tenemos dentro o lo que tenemos fuera?”, dice la joven. Cuanto más se aleja Andrea de su padre, un machista infiel que va a tener un hijo con su secretaria, más se acerca a su madre. Clara es un espejo para su hija, un modelo de feminidad a imitar y un modelo de mujer, a veces, a seguir. Entre ellas se estableces una relación muy especial, que se hace más fuerte cada día y que será la tabla de salvación para las dos.

La joven actriz Luana Giuliani interpreta a Adriana y Filippo Pucillo interpreta a Andrea: dos voces que el director, que nació como mujer y vivió su proceso de cambio en los años 70, utiliza para hablar también de la pubertad, el salto a la madurez, el odio al cuerpo que no te representa, el deseo de sacar lo que se esconde dentro.

Raffaella Carrà, otra protagonista

La música y sus divas siempre han sido un refugio para protegerse de la violencia doméstica, del odio, del machismo familiar, del rechazo. En los años 70 en los que transcurre esta historia, la televisión era esa ventana a otro mundo, más amable, más humano y menos raro, como cantaba María Jiménez en ‘La lista de la compra’. Ahora, de la pequeña pantalla salen artistas como Raffaella Carrà o Adriano Celentano, que movía las caderas con la misma fuerza que la cantante italiana con alma española.

Ellos serán la vía de escape de Clara y su hija, y la música, que sirve para amansar a la fieras, logra aquí rebajar la intensidad dramática y el horror. “Cuando la vida es frustrante, recurrimos a las películas. A una representación diferente de la vida. Es liberador. Es lo que hacía de niño y lo sigo haciendo. Miro a otra realidad. Patty Pravo y Raffaella Carrà son mi madre. Mi madre canta y baila. Mi madre es feliz. Está en un lugar donde se siente cómoda. Mi madre nunca fue a un psiquiátrico. Eso era lo que me daba miedo. La verdadera “salida del armario” fue liberarme de mis miedos y retratar mi deseo de niño: ver a mi madre en el lugar de Raffaella Carrà en la TV”, contaba a Cine Europa.

Penélope Cruz, amor por el cine italiano

La actriz española rodó la película como una gran estrella, con un Oscar en la enorme lista de premios que ha logrado. Clara es uno de sus últimos personajes y culmina, por ahora, una exitosa relación con el cine Italiano que comenzó en 2004, con No te muevas, de Sergio Castellito. Con su interpretación, curiosamente su personaje se llama Italia, conquistó al país vecino y ganó el David de Donatello. Volvió a rodar en Roma con Woody Allen la película A Roma con amor, y otro de su grandes papeles ha sido en Laura Ferrari, en la cinta Ferrari que Michael Mann rodó en Módena. Además, para Pedro Almodóvar, Penélope Cruz tiene la fuerza y el magnetismo de estrellas como Sophia Loren y Anna Magnani, y así la ‘modeló’ para su Raimunda de Volver.

En L’ Immensità se juntaron uno de los directores con más talento del cine italiano y una de las mejores actrices del planeta. El resultado fue excelente. “El primer día no sabía cómo retratar a Penélope, no sabía dónde poner la cámara. Así que puse un objetivo enorme, casi como un microscopio, y la analicé para ver como funcionaba el rostro, la mirada de Penélope. Y haciendo eso me di cuenta que, en sus ojos, hay un misterio que no se puede explicar. Es como un don que tiene, ese misterioso don de la fotogenia, que fue un gran descubrimiento para mí. Creo que Penélope tiene algo que tenían Sofia Loren, Monica Vitti, Anna Magnani… Algo que tenían esas grandes divas y que no puede explicarse”, contaba el director en una entrevista con RTVE.