Hipnótica e indómita, la actriz criada en Argentina vuelve a las pantallas con ‘El abismo secreto’, un inclasificable título con el que avanza en su carrera por hacerse imprescindible en Hollywood
A pesar de ser una historia de terror dirigida por Scott Derrickson, una de las voces más aclamadas de ese género de los últimos años, El abismo secreto, la nueva película de Anya Taylor-Joy (Miami, 1996), se estrenó el 14 de febrero en Apple TV+. “Ha sido sorprendente la cantidad de gente que me ha dicho que su plan en San Valentín va a ser ver la película”, reconoce entre risas días antes de que las fotos que acompañan este texto se lleven a cabo en diferentes enclaves a las afueras de Nueva York.
Body de tejido técnico con bordado de mosaico, de DIOR.
“Soy una fan incondicional del amor, aunque suene como una cursilada de las grandes, así que más allá de celebrarlo en una fecha específica prefiero hacerlo todos los días”, comparte sobre un acontecimiento señalado en el calendario de muchos. “Creo que no soy buena en esas ocasiones fijas en las que hay que hacer regalos y me gustaría poder ser mejor. Sí lo hago bien, o eso creo, cuando se trata de regalar por sorpresa. Me gusta dejar notas por toda la casa para que la gente encuentre algo y celebrar porque sí, porque, por ejemplo, es el día del queso”.
El abismo secreto no es precisamente una película demasiado romántica, aunque sí hay lugar para el amor. El nuevo largometraje del director estadounidense devuelve a la Anya Taylor-Joy más guerrera, la que coge las armas y se embarca, en el papel de Drasa, en una misión de la que no sabe demasiado. Agente de élite, es destinada a una torre de vigilancia de un enorme desfiladero del que no se conoce qué hay en su interior. Frente a ella, Miles Teller en el papel del francotirador Levi. Acción, terror y romance en una producción frenética. “Leí el guion en pleno rodaje de Furiosa. Tenía la cabeza allí, en un momento de concentración muy específico, pero llegó la oportunidad de hacer un personaje totalmente diferente, aunque compartía con aquel una serie de cosas. Además, lo iba a hacer con Miles, un muy buen amigo mío desde hace bastante tiempo. Pensé que sería una aventura de las divertidas porque nunca había hecho nada como esto”, cuenta la actriz.
Body de tejido técnico con bordado de mosaico, de DIOR; y pendientes de TIFFANY & CO.
Tiene Derrickson una mirada propia dentro del cine de terror alejado de convencionalismos desde que en 2005 dirigiera El exorcismo de Emily Rose. Después llegaron Sinister y Black Phone, protagonizadas ambas por Ethan Hawke y obras de culto para los amantes del género. “Había escuchado su nombre, pero no soy una persona que vea muchas películas de terror porque tengo una imaginación que siempre anda demasiado activa. Puedo estar en ellas, pero soy incapaz de verlas”, explica la actriz con total honestidad. ¿Cómo casa eso en la historia de alguien que comenzó su carrera hace diez años en una película de miedo tan elevada como The Witch? “Sí, sé que he estado en un buen puñado y hacerlas es muy divertido. No tengo ningún problema en verme cubierta con sangre, suciedad y barro, tampoco con aparecer gritando todo lo que sea necesario, pero si me pongo delante de la pantalla a ver una me acabo imaginando que todo lo que aparece es real. Y si estoy sola en casa me puede dar algo”, admite con una carcajada.
La conversación con Anya Taylor-Joy es rápida y la actriz cuela entre sus respuestas concisas en inglés alguna que otra frase en español. Con una agenda repleta de estrenos y rodajes, no tiene tiempo que perder. “Para que te hagas una idea, tengo proyectos hasta finales de 2026 así que sé dónde voy a estar en los casi dos años que tengo por delante. Es una forma de vivir que nunca me había parecido extraña, pero ahora, con todo lo que sucede alrededor, sí la percibo como un poco rara”, comenta. La incertidumbre es más que comprensible. La entrevista tiene lugar en el momento en el que los incendios forestales que asolaron a comienzos de enero importantes extensiones del condado de Los Ángeles están ya controlados, pero todavía con algunos focos activos. “Hemos vivido unos días completamente surrealistas. Ha sucedido una tragedia de proporciones inimaginables, pero una enorme cantidad de gente ha hecho gala de una generosidad y amabilidad pocas veces vistas aquí”, ofrece a modo de resumen de una situación que nunca se había vivido antes en la ciudad de las estrellas.
Vestido de MIU MIU.
Reconocida por su larga melena rubia cuando no está en el set, en la que ha sido su película más mediática hasta la fecha –Furiosa, la precuela de Mad Max: Furia en la carretera que estrenó George Miller en 2024–; en la superexitosa Gambito de dama, la serie de Netflix que protagonizó en 2020 o en esta última, El abismo secreto, la actriz ha demostrado que no le tiene miedo a cambiar su apariencia ante la cámara. “Es raro porque yo siento a los personajes que interpreto como si fueran personas reales. De ahí que en realidad nunca haya percibido que tuvieran que parecerse a mí”, comparte. “Cuando empiezo a trabajar en ellos, enseguida sé cómo llevan el pelo o la ropa que lucen. Es muy importante construir eso desde bien temprano porque creo que es indispensable para entender su psicología y lo que los mueve”, continúa. “Me lo paso bien cuando tengo que aparecer con otro look, me siento en la silla de maquillaje y dos horas después ya no estoy ahí, es alguien completamente diferente”.
No solo a través del maquillaje, Anya Taylor-Joy también conecta con los personajes a través de la música, algo que ha vuelto a suceder en este último lanzamiento, donde una de las canciones punk más románticas de todos los tiempos acapara cierto protagonismo en un momento dado. “Soy una fan incontestable de Ramones”, exclama entusiasmada. “Me ayudó mucho a unirme a Drasa el que tuviera esos gustos musicales y hubo un match a través de su lista de reproducción. Todavía escucho algunas de las canciones que en su día añadí a esa lista porque es algo que suelo hacer, montar una selección de temas para cada uno de mis personajes”, expone. ¿Y cuándo no está inmersa en un rodaje? “En estos momentos estoy escuchando sin parar a Cocteau Twins. Heaven or Las Vegas es un disco que es perfecto para escuchar por las mañanas en casa, tiene unas melodías increíbles. Ahora me pongo mucho Goldfrapp, The Kinks o Eusexua, la última canción de FKA Twigs. Es increíble y no puedo esperar a tener el disco al completo”, comparte sobre una inesperada melomanía.
Vestido de COLLEEN ALLEN; botas de JW ANDERSON; y anillo de TIFFANY & CO.
En varios momentos a lo largo de la charla la actriz incide en la amistad que la une a su compañero de reparto en su último estreno. Miles Teller ha vuelto a aparecer en alfombras rojas de alto nivel, como la de los Globos de Oro, después de algunos años en los que ha mantenido un perfil bajo en Hollywood. “Nos conocimos hace tiempo porque compartimos representante”, explica la actriz. “Recuerdo que me invitaron hace unos cuantos años al preestreno de una de sus películas y allí lo encontré junto a su esposa, con la que sentí una conexión instantánea y nos hicimos amigas al momento. No paramos de hablar en toda la noche”, rememora. “A partir de ahí forjamos una relación y enseguida supe que seríamos importantes en la vida del otro. Mi marido [el músico Malcolm McRae] y yo somos muy buenos amigos de Miles y Keleigh, sí”.
En las antípodas de El abismo secreto se encuentra Sacrifice, el primer largometraje rodado en inglés de Romain Gavras y un nuevo protagonista para añadir a la filmografía de Anya Taylor-Joy. “Síííí”, contesta en español al ser preguntada si estará finalmente en este filme que se adivina ilusionante. “Me ha encantado trabajar en este proyecto y he disfrutado cada segundo. Soy una auténtica privilegiada por hacer cosas que me apasionan, emplear mi tiempo en las que amo. Esta ha sido una de ellas”, explica. “Y no te lo digo por quedar bien”, añade de nuevo en castellano.
Plumífero de la actriz.
“Me di cuenta enseguida de que Joan era un personaje muy interesante porque tiene algo de eso de lo que todo el mundo habla hoy en día: conectar y trabajar con nuestro niño interior”, profundiza la actriz sobre su papel. “Me he preguntado durante bastante tiempo dónde estaría mi niña interior y me di cuenta al conocer a Joan que había dado con ella, sin lugar a dudas. Es muy intensa, apasionada, tiene una misión que llevar a cabo y nada ni nadie va a detenerla. ¡Ah! Y además quiere salvar al mundo, ¿cómo no iba a interpretarla?”.
Perfecto de piel, de DIOR; pantalones vaqueros, de VALENTINO; y botasde JW ANDERSON.
Es esta una comedia negra, surrealista y con toques de thriller. La actriz vuelve así a un género en el que se ha prodigado poco, pero en el que ha cosechado notables éxitos como Emma o El menú cuando lo ha hecho. “Me volvió loca trabajar en Emma. Me lo pasé tan bien”, recuerda. “Espero que las comedias vuelvan pronto, me encantaría ver más en mi futuro próximo”.
La realidad es que siempre ha estado más cerca de ese terror que se niega a ver a solas con la luz apagada. La mencionada The Witch, Última noche en el Soho, Múltiple, Purasangre o la española El secreto de Marrowbone son un buen ejemplo de ello.“Hacer tanto terror tiene que ver con la forma en la que el destino ha dispuesto las cosas para mí –fue el primer género en el que yo aparecí– y en mis comienzos tampoco conocía nada distinto. Luego me di cuenta de que cuanto más oscuro y retorcido es lo que muestras en pantalla, más risas se dan en el proceso y entre tomas. Necesitas ese respiro para poder continuar rodando. La verdad es que siempre me lo he pasado en grande en esas grabaciones”, concede en un arranque de honestidad.
Jersey de lana, de BABAÀ.
Si hay un director de este tipo de películas con el que ha forjado una alianza profesional que se extiende varios años en el tiempo ese es Robert Eggers, director de una popularísima Nosferatu en la que Taylor-Joy no pudo participar por incompatibilidad de agenda. “Fue muy triste no estar porque a pesar de todo esa siempre será mi primera familia cinematográfica”, comparte. “Amo con todas mis fuerzas a Rob y a gran parte del equipo de esa película. Sabemos que podemos hacer todo lo que nos propongamos juntos. Al final, en esta ocasión no pudimos hacer que funcionara, pero seguimos siendo esa familia, soy la mayor fan de Robert y estoy deseando ver la película porque todavía no he podido”.
Es notorio el amor de la actriz por los vampiros y por la imaginería del terror gótico y recargado que tanto hubiera disfrutado de haber conseguido cuadrar sus tiempos para encarnar a la Ellen de esta nueva versión de la historia del vampiro. “En realidad siempre me ha gustado mucho la magia. Los recuerdos que tengo de mi infancia en Argentina están relacionados con momentos en los que sabía que los pájaros migraban ese día y teníamos que construir un nido para que tuvieran un sitio donde dormir, tal y como le decía a mis compañeros en la escuela; o con mis paseos por el bosque donde me encontraba con historias fantásticas siempre relacionadas con las brujas, los vampiros o las sirenas. Ese era mi lugar feliz”, evoca.
Tal es ese amor a todas las criaturas fantásticas y al lado esotérico de la existencia que su boda con Malcolm McRae tuvo lugar en una ciudad tan cargada de leyendas como lo es Nueva Orleans. Hasta sirvió un postre con forma de corazón anatómico, tal y como pudieron conocer de primera mano sus doce millones de seguidores en Instagram un año después del enlace. La actriz decidió personalmente sus tiempos y lo que quería dar a conocer. “No hubiera cambiado nada, en absoluto, de la manera en la que celebramos nuestra boda”, explica. “Nuestro primer enlace lo hicimos literalmente solo para nosotros dos, el padrino y la dama de honor. Lo celebramos con nuestra familia y fue realmente bonito. Ese momento, ese instante, es algo sagrado para mí”, cuenta profundamente convencida y dando a entender que sí: ese otro enlace que se pensó que había tenido lugar en Venecia justo después, sucedió. “Poder guardarme algo que es solo para mí y la gente que quiero que tengo alrededor es fundamental en mi vida”, concluye antes de despedirse con el mismo afecto del que ha hecho gala a lo largo de toda la conversación.