El 7 de junio de 1999 quedó grabado en la memoria colectiva de México como el día en que la televisión perdió a una de sus estrellas más queridas: Paco Stanley fue acribillado a plena luz del día, frente a testigos, cámaras y un país entero que no podía creer lo que veía.
Desde ese momento, el nombre de Mario Bezares, su inseparable compañero de televisión, quedó manchado por el manto de la sospecha.
A pesar de nunca haber sido condenado, su vida cambió para siempre.
Silencio, burlas, memes, aislamiento… y un secreto que, según él, ha llevado por dentro durante más de 25 años.
Pero en este 2025, a sus 66 años y con la voz quebrada por los años de dolor y carga mediática, Mario Bezares decidió hablar.
No en un programa de televisión ni en una entrevista editada: lo hizo en un documental sin filtros que ya está causando escándalo nacional.
Lo que revela no es solo una defensa de su inocencia, sino una acusación directa contra personajes que hasta ahora habían pasado desapercibidos en el caso Stanley.
Mario comenzó su testimonio recordando con detalles escalofriantes lo que ocurrió esa mañana fatal.
Cómo él fue al baño justo cuando los disparos estallaron.
Cómo, en cuestión de segundos, pasó de ser el presentador carismático de “¡Pácatelas!” a un presunto sospechoso de asesinato.
“Fue una trampa”, dice sin rodeos.
“Me mandaron al baño.
Ya sabían lo que iba a pasar”.
¿Quiénes? Mario no da nombres concretos al inicio, pero poco a poco su relato empieza a señalar a figuras del poder político de la época.
Bezares sugiere que Stanley había recibido amenazas por su cercanía con ciertos grupos y por sus comentarios políticos, especialmente durante los convulsos años previos al cambio de poder en México.
Paco, según Mario, sabía demasiado.
Y en un país donde saber demasiado puede costarte la vida, la advertencia no fue suficiente.
“Él lo sabía, pero no quiso callarse”, dice Bezares con la voz quebrada.
Lo más impactante del testimonio es cuando habla de los días en prisión.
Asegura que fue presionado para aceptar una versión fabricada, que intentaron obligarlo a firmar declaraciones falsas y que le ofrecieron protección a cambio de guardar silencio.
“Yo no maté a Paco.
Pero sé que lo mataron porque era incómodo.
Y eso, lo sabían desde arriba”.
Además, revela que su familia vivió amenazas constantes, que sus hijos fueron seguidos y que hubo intentos por callarlo incluso después de salir libre.
Durante años, Bezares se refugió en el silencio, tratando de reconstruir su vida mientras cargaba con la etiqueta de “asesino”, “traidor” y “payaso caído”.
Su carrera nunca volvió a ser la misma, y su salud mental se resquebrajó lentamente bajo el peso del escrutinio público.
El documental también muestra pruebas que nunca se habían revelado: grabaciones de llamadas, cartas escritas por Paco Stanley días antes de su muerte y testigos que hoy, más de dos décadas después, se animan a hablar.
Todos apuntan a que la versión oficial fue un montaje, una cortina de humo para proteger a los verdaderos responsables.
Lo que parecía una ejecución sin sentido, de repente se convierte en un crimen político, disfrazado de venganza personal.
Mario Bezares no busca redención, dice él.
Busca justicia.
No solo para él, sino para Paco Stanley y para todos los que, como él, han sido víctimas del silencio impuesto por el miedo.
“No puedo seguir callando.
Si me pasa algo después de esto, ya saben por qué fue”.
Y con esas palabras, deja una bomba mediática que apenas comienza a explotar.
Las redes se han incendiado, los medios han reaccionado con cautela y los abogados de Bezares ya están advirtiendo posibles represalias.
Pero para Mario, ya no hay marcha atrás.
A los 66 años, ha roto el silencio que lo aplastó por más de la mitad de su vida… y México está escuchando.