A través de sus palabras, se desvelan tensiones, traiciones y amores que marcaron no solo sus vidas personales, sino también el mundo artístico que las rodeó.
Desde sus años jóvenes, La Prieta Linda se hizo cargo de los hijos de Flor Silvestre cuando esta comenzaba a brillar en su carrera artística.
Mientras Flor participaba en giras y caravanas, especialmente las famosas caravanas Corona del señor Vallejo, dejaba a sus hijos al cuidado de Paco Malgesto, su entonces esposo.
Sin embargo, era realmente La Prieta Linda quien los protegía, les cocinaba y se encargaba de ellos durante largas ausencias de su hermana.
Esta dedicación no pasó desapercibida, pero tampoco fue valorada como merecía.
La Prieta Linda recuerda que Flor tenía fama de enamoradiza y que engañó en varias ocasiones a Paco Malgesto, con romances que incluían a figuras como Luis Aguilar, galán y cantante de la época con quien filmó varias películas.
Aunque Flor negaba estos rumores, la prensa y quienes trabajaban en esas producciones sabían la verdad.
La prolongada ausencia de Flor Silvestre, que podía durar hasta seis meses por sus giras, generó que La Prieta Linda y Paco Malgesto pasaran mucho tiempo juntos, lo que desató rumores sobre una posible relación amorosa entre ellos.
La prensa explotó estos chismes, lo que llevó a un enfrentamiento directo entre las hermanas.
Flor acusó a La Prieta Linda injustamente, quien siempre defendió que solo cuidaba a los hijos y apoyaba a la familia.
El conflicto se intensificó cuando Flor abandonó su hogar para fugarse con Antonio Aguilar, un escándalo público que marcó un antes y un después en la familia.
A pesar de todo, Paco Malgesto volvió a buscar a La Prieta Linda, quien continuó apoyando a los hijos de su hermana y desarrollando su propia carrera artística.
Una visita a la casa familiar terminó por romper cualquier intento de reconciliación cuando Antonio Aguilar lanzó piropos a La Prieta Linda, lo que enfureció a Flor Silvestre.
La cantante le reprochó con dureza, acusándola de querer quitarle otro marido, lo que fue el límite para La Prieta Linda, quien decidió alejarse para protegerse y enfocarse en su arte.
A partir de ese momento, su relación se distanció aún más, aunque en su corazón siempre llevó a sus sobrinos, a quienes cuidó como si fueran propios.
Sin embargo, las heridas emocionales y las calumnias dejaron cicatrices profundas que nunca se borraron.
Las caravanas artísticas mexicanas de la época eran un mundo lleno de romances, celos y rivalidades.
Flor Silvestre, conocida por su belleza y carisma, tuvo múltiples relaciones amorosas que alimentaron los rumores.
Además de Luis Aguilar, se dice que tuvo romances con figuras como Javier Solís y Leo Dan, y que incluso llegó a obsesionarse con Julio Iglesias.
Antonio Aguilar, su esposo, aunque molesto por estas infidelidades, la apoyaba y la consentía.
Sin embargo, Flor era una mujer con fuerte carácter, celosa y posesiva, que no permitía que Antonio mirara a otras mujeres, mientras ella misma no dudaba en serle infiel.
Uno de los episodios más escandalosos fue la rivalidad con Lucha Villa, otra figura emblemática de las caravanas.
Lucha se casó por despecho con un guitarrista joven, pero al poco tiempo descubrió a Flor en una situación íntima con su esposo, lo que provocó un escándalo público y el divorcio inmediato.
En contraste con la turbulenta relación con su hermana, La Prieta Linda encontró en Juan Gabriel un amigo y aliado incondicional.
Lo conoció cuando él estaba preso en Lecumberry y creyó en su talento desde el principio.
Juntos grabaron varias canciones que marcaron la carrera de La Prieta Linda y la ayudaron a brillar por sí sola en el mundo musical.
Este nuevo rumbo le permitió alejarse de la toxicidad familiar y enfocarse en su arte, logrando éxito y reconocimiento propios.
Sin embargo, la distancia con su hermana se mantuvo, debido a las heridas emocionales y los conflictos no resueltos.
La Prieta Linda confesó que, a pesar de todo, nunca dejó de amar a sus sobrinos y que siempre guardó cariño por su hermana, aunque esta le causara dolor.
Recordó con nostalgia los tiempos en que ambas soñaban con cantar juntas, siendo adolescentes llenas de ilusiones y sin imaginar las dificultades que enfrentarían.
Cuando Flor Silvestre falleció a los 90 años, La Prieta Linda sintió el deseo profundo de despedirse, pero las circunstancias y el dolor impidieron que pudiera hacerlo en persona.
En su corazón, quedó la esperanza de que algún día, en otro plano, puedan reencontrarse y sanar las heridas del pasado.
La historia de La Prieta Linda y Flor Silvestre es un reflejo de las complejidades que pueden existir detrás del brillo y la fama.
Entre el amor, la traición, la rivalidad y el perdón, se construyó una relación familiar marcada por momentos de gran dificultad, pero también de profunda humanidad.
Estas revelaciones nos muestran que, más allá de los escenarios y las cámaras, los artistas son personas con historias complejas y sentimientos encontrados.
La verdad que La Prieta Linda compartió es un testimonio valiente que invita a reflexionar sobre la importancia del respeto, la comprensión y la reconciliación en las relaciones familiares.
