A sus 23 años, Mía de Molina ha decidido contar sin filtros lo que significa vivir bajo la sombra —y la luz— de uno de los hombres más queridos de la televisión hispana: Raúl “El Gordo” de Molina. Aunque agradece profundamente el amor, el apoyo y las oportunidades que le ha dado su apellido, admite que la fama heredada es un arma de doble filo: “Me ha beneficiado mucho, pero también tiene sus retos. La gente siente que tiene derecho a opinar y saberlo todo de ti, incluso de lo que no quieres que salga a la luz.”
Desde niña, su vida ha estado ligada al espectáculo. Las cámaras han seguido cada paso y, aunque asegura que jamás soñó con trabajar frente a ellas, sí aprendió a valorar la resiliencia de su padre y el amor incondicional de su madre, Milly. Entre sus recuerdos más marcados están sus viajes y grabaciones junto a Raúl, experiencias que reconoce ahora como un regalo, aunque en su adolescencia las vivió con presión.
La transición a la independencia no fue sencilla. Criada en una familia muy unida, mudarse a estudiar a Washington a los 18 años significó enfrentarse por primera vez a la soledad y a tareas que nunca había tenido que hacer. El cambio le dio madurez, pero también le mostró que, incluso a kilómetros de distancia, su apellido seguía abriéndole —y a veces complicándole— puertas.
Mía también ha tenido que aprender a lidiar con las redes sociales. Los rumores sobre su peso y hasta falsos embarazos la afectaron profundamente. En un momento, pidió a su padre que dejara de publicarla en Instagram para proteger su salud emocional. Con el tiempo, dice, ha aprendido a filtrar las críticas y a enfocarse en lo que realmente importa: su bienestar y sus metas.
En lo personal, habla sin drama de su ruptura más reciente y de cómo la ayudó a enfocarse en sí misma. Tiene claro lo que busca en una pareja —valores, cercanía familiar, respeto y pasión por viajar— y lo que no está dispuesta a aceptar: que la vean solo como “la hija de”.
Hoy, con estudios en negocios internacionales y una pasión intacta por la moda, Mía busca trazar su propio camino. No descarta un futuro en el mundo del fashion, pero siempre con la mira puesta en honrar el esfuerzo y los valores que heredó de sus padres: “Quiero que algún día digan: lo hicimos bien, criamos a una mujer independiente y trabajadora.”