Ahora, la nieta de Elvis, Riley Keough, ha comenzado a revelar algunos de los secretos más profundos y personales que ese lugar guarda, ofreciendo una mirada íntima y humana a la leyenda que fue su abuelo.
Graceland no siempre fue la mansión emblemática que conocemos hoy.
Construida en 1939 en Memphis, Tennessee, por el Dr.Thomas Moore y su esposa Ruth, era una casa colonial modesta de diez habitaciones, con un encanto sureño discreto.
En 1957, cuando Elvis Presley compró la propiedad, tenía solo 22 años y ya era una superestrella mundial.
Pero lo que realmente le atrajo no fue el tamaño ni la opulencia, sino su aislamiento y privacidad.
Elvis buscaba un refugio donde pudiera escapar del frenético mundo de la fama y la atención constante.
Pagó aproximadamente 102,500 dólares por la propiedad, un precio modesto para alguien de su estatus, porque lo que quería era desaparecer, no impresionar.
Durante las siguientes dos décadas, transformó Graceland en una extensión física de su personalidad: vibrante, única y profundamente personal.
Mientras la planta baja se convirtió en el escenario para recibir a fans, amigos y medios, el piso superior se transformó en un santuario privado.Aquí, Elvis pasaba cada vez más tiempo, alejado del bullicio, buscando paz y silencio.
Este espacio se convirtió en un refugio donde no solo vivió, sino también donde creó, sufrió y meditó.
El 16 de agosto de 1977, día de la muerte de Elvis, su padre, Vernon Presley, tomó la decisión solemne de cerrar permanentemente el piso superior de Graceland.
Para él, ese lugar no era solo una parte de la casa, sino un santuario sagrado, un espacio que debía permanecer intacto como homenaje a la vida y legado de su hijo.
Desde entonces, el segundo piso ha permanecido prácticamente congelado en el tiempo.
El dormitorio donde Elvis falleció luce exactamente igual que aquella noche: su ropa sigue colgada en el armario, su colonia permanece sobre el tocador, y el reloj está detenido a la hora exacta en que fue encontrado.
Nadie ha cambiado ni movido nada, y no se permiten visitas ni fotografías.
Cuando Lisa Marie Presley, hija de Elvis, heredó Graceland, respetó esta decisión y mantuvo el piso superior cerrado.
Ahora, la responsabilidad ha pasado a Riley Keough, nieta de Elvis, quien ha compartido por primera vez detalles de lo que hay detrás de esas puertas cerradas.
Riley recuerda que de niña intentaba subir las escaleras hacia el segundo piso, pero nunca se le permitió entrar.
Describe la experiencia como abrumadora, llena de silencio y quietud, con la sensación de que Elvis no se había ido, sino que simplemente había salido de la habitación.
Como adulta y guardiana del legado familiar, Riley ha accedido a compartir lo que encontró al entrar en esas habitaciones selladas.
No lo hace para alimentar la curiosidad pública ni para espectáculo, sino para conectar con la humanidad de su abuelo.
En una de las habitaciones, encontró el dormitorio tal como Elvis lo dejó: sábanas de seda intactas, objetos personales en su lugar, una Biblia de cuero gastada con versículos subrayados y botellas de medicamentos para el dolor, algunas aún sin abrir.
Pero lo que más la impactó fue una caja de zapatos polvorienta, etiquetada con la advertencia “no abrir”.
Aunque dudó, finalmente decidió abrirla y descubrió cartas no enviadas, una dirigida a su madre, Lisa Marie, y otra con un mensaje críptico para quien encontrara la caja después de la partida de Elvis.
Los contenidos de estas cartas son profundamente personales y Riley ha optado por mantenerlos en privado, pero confiesa que cambiaron su percepción sobre su abuelo, mostrándolo no como una leyenda, sino como un hombre complejo, espiritual y a veces roto.
Además, encontró un cuaderno de espiral con escritos fragmentados, oraciones y pensamientos garabateados en la madrugada. Una palabra se repetía una y otra vez: “libre”.
Este hallazgo la conmovió profundamente, pues reflejaba la lucha interna de Elvis, atrapado entre la fama, las adicciones y la presión de ser un ícono más grande que la vida misma.
Una de las revelaciones más sorprendentes fue el descubrimiento de una pequeña habitación oculta, nunca antes mencionada, que Riley llamó “la habitación silenciosa”.
Este espacio, sin ventanas ni cama, con solo una lámpara tenue y cojines en el suelo, era el lugar donde Elvis venía a meditar y buscar paz.
Allí guardaba libros sobre espiritualidad, teología y misticismo, con notas escritas en los márgenes. Era su santuario personal, un refugio del ruido y la fama que lo ahogaban.
Para Riley, entrar en esa habitación fue como entrar en el alma de su abuelo, un espacio diseñado no para impresionar, sino para proteger y sanar.
A lo largo de los años, Graceland se ha rodeado de mitos, incluyendo la famosa teoría del túnel secreto que Elvis habría construido para escapar de su vida pública.
Aunque no hay pruebas oficiales, la idea persiste entre algunos fanáticos.
Riley no se enfoca en estas teorías conspirativas, sino en preservar y honrar la verdad y el legado de su familia.
Tras la muerte de Lisa Marie en 2023, Riley asumió la responsabilidad legal y emocional de cuidar Graceland y el imperio Presley, enfrentando disputas legales y la presión de proteger un patrimonio invaluable.
Riley trabaja estrechamente con archivistas para digitalizar documentos, cartas, fotos y grabaciones inéditas, asegurando que la historia de Elvis se preserve para futuras generaciones con respeto y rigor académico.
También ha hablado abiertamente sobre la llamada “maldición Presley”: el ciclo de adicciones, pérdidas y tragedias que han marcado a la familia.
En lugar de ocultarlo, Riley enfrenta este dolor con valentía, convirtiéndose en una voz honesta y protectora del legado humano detrás de la leyenda.
Gracias a Riley Keough, el mundo puede comprender que detrás del mito de Elvis Presley hay un hombre real, con luchas internas, espiritualidad y un deseo profundo de libertad y paz.
El piso superior de Graceland, con sus secretos intactos, es un testimonio silencioso de esa verdad.
Aunque estas habitaciones permanecen cerradas al público, Riley ha abierto una ventana para que entendamos mejor quién fue Elvis: no solo un ícono del rock and roll, sino un ser humano complejo y vulnerable.
Su labor como guardiana del legado familiar asegura que la historia de Elvis sea preservada con respeto, humanidad y autenticidad, más allá de los mitos y las leyendas.