El 21 de abril de 2022, cuando el cuerpo sin vida de la joven estudiante Debanhi Escobar fue hallado dentro de un cisterna abandonado, México no solo perdió a una muchacha llena de sueños. Perdió, una vez más, la confianza en que la justicia pueda amparar a las mujeres.
Una última fotografía capturada en la oscuridad, múltiples cámaras de seguridad, cientos de horas de búsqueda y una cadena de contradicciones han construido un laberinto de misterios.
Alguien ha movido los hilos para que la verdad permanezca oculta. ¿Qué fue lo que realmente ocurrió en aquella noche trágica.
Todo comenzó la noche del 8 de abril de 2022 cuando Debanhi salió de casa para asistir a una fiesta con dos amigas cercanas, Saraí e Ivón.

Las jóvenes visitaron tres lugares distintos, aunque permanecieron poco tiempo en cada uno de ellos. Al llegar a una quinta llamada El Diamante, Debanhi comenzó a mostrarse alterada de manera repentina. Las cámaras registraron cómo empujaba a un hombre que intentaba calmarla.
Hasta hoy no existe una explicación clara para esta confrontación. Lo único cierto es que, desde ese momento, la joven se alejó del grupo y empezó una trayectoria solitaria.
Las amigas decidieron retirarse y solicitaron un servicio de transporte privado para que el conductor, Juan David, la llevara a casa a las 3.29 de la madrugada.
Las cámaras dentro del vehículo captaron a Debanhi llorando, descontrolada y tratando de bajarse del auto.

El conductor aseguró que ella insistió en descender y que no podía retenerla porque lo acusarían de secuestro.
A las 4.25 de la mañana, él tomó una fotografía que se volvería símbolo de abandono: Debanhi de pie sola a la orilla de una carretera desierta en Nuevo León.
Esa imagen se convirtió en un grito silencioso que nadie escuchó a tiempo.
Pocos minutos después, una cámara del complejo industrial Alcosa registró a Debanhi caminando con paso firme.
Este detalle contradice la versión inicial que la presentaba como demasiado ebria para valerse por sí misma. Luego se la observa intentando abrir la puerta de un restaurante cercano, un gesto que revela angustia y necesidad de refugio.

A partir de las 4.30 hasta las 4.35, Debanhi desaparece del alcance de todas las cámaras. Cinco minutos de vacío absoluto.
Un hueco temporal fundamental. Si nadie la interceptó, ¿por qué cambió de dirección alejándose de zonas más seguras.
Siguieron trece días de búsqueda frenética. Familiares, voluntarios y autoridades rastrearon cada rincón del área varias veces.
Aun así, el cuerpo de Debanhi fue encontrado en el lugar más visible: un cisterna abandonado del Motel Nueva Castilla, a menos de 100 metros de donde se le vio por última vez.

La pregunta es inevitable: ¿cómo pudieron pasar por alto ese sitio en tantas ocasiones. ¿El cuerpo estuvo allí desde el inicio. ¿O alguien lo trasladó cuando la presión pública crecía.
La primera necropsia concluyó que la muerte se debió a una caída accidental. La familia se negó a aceptar esa explicación.
Una segunda autopsia, independiente, cambió por completo la historia: Debanhi murió por asfixia por sofocación.
Además, los especialistas indicaron que pudo haber permanecido con vida durante varios días después de su desaparición. ¿Dónde y en manos de quién.

Las pertenencias de la joven se hallaron en dos puntos distintos, separados por un muro de más de dos metros de altura.
El sostén estaba guardado en su bolsa, colocada en un nivel elevado y poco accesible. Sus zapatos habían desaparecido. Nada coincide con la narrativa de una caída accidental y espontánea.
Las cámaras del motel registraron también la presencia de una figura desconocida en las cercanías de la piscina a las 5.44 de la mañana, 47 minutos después del último rastro visual de Debanhi.
Se captaron destellos parecidos al uso de linternas o flashes de cámaras a las 5.47 y 6.12, dirigidos hacia el área del cisterna. ¿Quién merodeaba el motel a esas horas. ¿Qué buscaba. ¿Por qué ninguna autoridad lo ha explicado aún.
La empresa Oruga Tools, ubicada justo en la ruta que recorrió Debanhi, cuenta con cámaras que apuntan a zonas clave de la investigación. Sin embargo, sus videos nunca se han dado a conocer. Según la fiscalía, “no aportan información relevante”. La sociedad mexicana piensa lo contrario.

A finales de 2023 se filtró un audio estremecedor, supuestamente grabado por un empleado del motel. En él se afirma que Debanhi fue llevada a la habitación 174 donde la esperaban dos hombres.
Habría intentado escapar y fue sometida. Luego, aún con vida o recién fallecida, su cuerpo se envolvió en una sábana y se trasladó a una empresa de transporte cercana.
El empleado aseguró haber recibido 300 mil pesos y amenazas de muerte para guardar silencio. La fiscalía negó la veracidad del audio. Pero la coincidencia de detalles con la investigación alimenta la sospecha de un encubrimiento bien organizado.
Desde el primer día, Mario Escobar, padre de la víctima, se rehusó a aceptar una historia llena de lagunas.
Se transformó en un símbolo de lucha contra la impunidad que rodea a los más de diez casos diarios de mujeres desaparecidas en México. Su voz representa el clamor de quienes se niegan a permitir que los expedientes se archiven sin justicia.

La presión social llevó al traslado del caso a manos de la Fiscalía General de la República (FGR) en agosto de 2023.
Sin embargo, el avance ha sido dolorosamente lento. Cuatro procesos judiciales relacionados con el acceso a la carpeta de investigación y la responsabilidad de dos presuntas implicadas siguen estancados.
Debanhi salió de su casa como una joven que buscaba divertirse con amigos. No imaginó que se convertiría en un símbolo de la desprotección sistémica. Mucho menos que la imagen final de su vida se usaría como prueba del fracaso institucional para protegerla.
El caso Debanhi ha dejado al descubierto una cadena de negligencias y decisiones inexplicables. Desde el abandono por parte de quienes la acompañaban, hasta las demoras deliberadas de las autoridades.

Desde la alteración probable de la escena del crimen, hasta la posible intervención de redes criminales bajo protección oficial.
La justicia para Debanhi no puede retrasarse más. No debe diluirse entre versiones cambiantes ni cerrarse con conclusiones improvisadas. La verdad no puede permanecer sepultada en el fondo de un cisterna, ni encerrada en expedientes opacos.
Debanhi caminó sola en la oscuridad aquella noche. Hoy, millones caminan con ella en la búsqueda de la verdad. Esta historia no terminará hasta que quienes la dañaron, y quienes encubrieron la verdad, enfrenten las consecuencias.