A las 4:30 de la madrugada, mientras Uruapan aún dormía bajo un frío espeso, una fuerza silenciosa avanzaba con precisión quirúrgica. No hubo sirenas. No hubo advertencias.
Solo las sombras de cientos de efectivos federales acercándose a unas puertas de acero tras las cuales operaba, en silencio absoluto, un imperio criminal enterrado bajo los pies de México.
Lo que ha generado más polémica es la pregunta que muchos temen formular: ¿cómo pudo el CJNG construir laboratorios subterráneos, comprar policías, controlar rutas, lavar dinero en plantaciones de aguacate y operar con poder casi absoluto… sin que nadie lo detuviera antes? Y más aún: ¿fue el asesinato del alcalde Carlos Manso Rodríguez la chispa que obligó finalmente al Estado a actuar?
La operación, según reveló Omar García Harfuch, fue preparada durante semanas con un nivel de sigilo inusual incluso para los estándares federales.

Desde el inicio, el objetivo no era solo incautar drogas o armas: el objetivo era desmantelar una estructura de poder, un sistema que la inteligencia federal considera vinculado directamente al asesinato del alcalde Manso el pasado 1 de noviembre.
Diversas líneas de investigación apuntaron a una conclusión alarmante: la célula del CJNG en Uruapan operaba como un pequeño “Estado paralelo”, con ranchos, casas de seguridad, laboratorios subterráneos, vehículos blindados, redes de lavado y contactos dentro de la policía municipal.
El general Rodríguez Lucio lo dijo sin rodeos: “Operaban sin castigo, como si fueran una autoridad.”
Alrededor de 300 elementos del Ejército, la Guardia Nacional y la Fiscalía General de la República fueron divididos en seis equipos para ejecutar un operativo simultáneo en seis ranchos y catorce casas de seguridad alrededor de Uruapan y Nuevo San Juan Parangaricutiro.
La simultaneidad era clave. Un solo aviso, un solo mensaje filtrado, y el andamiaje criminal habría desaparecido en minutos.

Durante días previos, los investigadores analizaron comunicaciones interceptadas, rastrearon movimientos financieros, estudiaron inversiones en propiedades y huertas de aguacate, y contrastaron todo con información de inteligencia proveniente de Estados Unidos.
El epicentro identificado fue el rancho El Guayabo, a 18 kilómetros de Uruapan, considerado el “cerebro operativo” de la célula.
Cuando el reloj marcó las 4:30 a.m., los equipos irrumpieron. En El Guayabo, un reducido grupo de vigilantes armados intentó una resistencia inicial, pero terminó rindiéndose al verse completamente superado. El despliegue fue tan coordinado que, según fuentes federales, ningún objetivo logró escapar.
Dentro del gran almacén principal del rancho, los agentes encontraron una pesada puerta metálica que conducía hacia una escalera de concreto de seis metros.
Allí se reveló uno de los secretos más impactantes: un laboratorio subterráneo de 100 m², el más grande encontrado en Michoacán en los últimos años.

No era una cocina improvisada. Era una fábrica industrial bajo tierra: sistemas de ventilación avanzados, iluminación artificial de alta potencia, reactores químicos de 500 litros, áreas de mezclado, cristalización, empaque y almacenamiento. Todo, alimentado por conexiones ilegales de electricidad y agua.
Los especialistas concluyen que esta infraestructura confirma que el CJNG no operaba para el mercado local: producía a escala industrial para distribución en Estados Unidos.
Además del laboratorio, se decomisó:
- 8.2 toneladas de metanfetamina cristal, con un valor estimado de 80 millones de dólares en territorio estadounidense.
- 420 kg de cocaína de alta pureza, probablemente procedente de Colombia.
- 1,850 kg de precursores químicos provenientes de Asia.
- 14 millones de pesos y 280,000 dólares, junto a relojes y joyería de lujo.
También se aseguraron armamentos de nivel militar:
- 87 rifles de asalto.
- 22 fusiles Barret calibre .50, capaces de derribar helicópteros o perforar blindajes.
- 14 lanzagranadas, 4 lanzacohetes y más de 48,000 cartuchos.
- 32 vehículos monstruo, camiones modificados con acero y blindaje artesanal utilizados en enfrentamientos y operaciones intimidatorias.

En total, 42 personas fueron detenidas, incluyendo tres objetivos prioritarios de la DEA. El arresto más relevante fue el de “El R7”, identificado como el jefe de plaza de Uruapan, responsable de coordinar tráfico de droga, extorsiones y ejecuciones, reportando directamente a mandos superiores del CJNG.
También fueron capturados dos policías municipales aún en servicio, lo que confirma la infiltración profunda de la organización en las corporaciones locales.
Una mujer señalada como contadora del grupo manejaba el lavado de dinero mediante bienes raíces y la industria del aguacate, uno de los sectores más infiltrados por el crimen organizado en la región.
Horas después del operativo, células del CJNG respondieron incendiando vehículos y bloqueando la autopista Uruapan–Zamora. Expertos en seguridad clasificaron estas acciones como terrorismo dirigido a infundir miedo y demostrar que la organización conserva capacidad de reacción.
La reacción política fue desigual. El alcalde Ignacio Campos celebró la operación y afirmó que “la ciudad respira un poco de paz después de meses de terror”.

El gobernador Alfredo Ramírez Bedoya, en cambio, guardó silencio absoluto, lo que ha generado interpretaciones: ¿descoordinación?, ¿incomodidad?, ¿o simplemente falta de información previa?
Harfuch insistió que, aunque histórica, esta operación es solo un primer paso. Para lograr paz duradera, México necesita fortalecer instituciones, ampliar oportunidades económicas para jóvenes vulnerables, prevenir adicciones y acelerar la cooperación internacional.
Mencionó directamente la responsabilidad de Estados Unidos: la demanda de drogas, el flujo de armas y el lavado de dinero siguen alimentando la violencia que México paga con vidas humanas.
Con su magnitud, precisión y resultados, el “golpe relámpago de las 4:30 a.m.” se perfila como uno de los golpes más duros contra el CJNG en Michoacán.
Pero la pregunta que se cierne sobre la opinión pública sigue abierta:
¿Fue este el principio del fin para el imperio del CJNG… o apenas un pequeño quiebre en una estructura criminal que sigue creciendo en las sombras?