Nadie imagina que un joven de 18 años, caminando por una ruta que conocía de memoria, pueda desvanecerse en pleno corredor urbano repleto de cámaras de vigilancia.
Lo que ha encendido la indignación pública no es solo su desaparición, sino el hecho de que las últimas imágenes conocidas lo muestran junto a una patrulla estatal.
Minutos después, todo rastro se corta abruptamente. Mientras la familia lucha por reconstruir la verdad, una cadena de contradicciones y retrasos institucionales alimenta la sospecha de que este caso es mucho más que una simple desaparición.
Yeshua Cisneros tenía 18 años y estaba a pocos días de cumplir 19 el 27 de diciembre. Sus amigos lo recuerdan como un joven alegre, tranquilo y apasionado por la música urbana, especialmente por las batallas de hip hop.

Su rostro ovalado, su complexión delgada, el cabello oscuro y varios piercings en cejas, nariz y labio lo hacían fácilmente identificable.
La noche en que desapareció llevaba una sudadera verde con franjas blancas, pantalón holgado color kaki y tenis negros, un atuendo habitual en su estilo de vida.
El 13 de noviembre, poco después de las 10 de la noche, Yeshua salió de la casa de un amigo en Jardines de la Hacienda para regresar caminando a su casa en Arcos de Alba.
Era un recorrido que había hecho decenas de veces. Ante la falta de transporte público a esa hora, caminar era su única opción. Varias cámaras de seguridad lograron captar sus últimos pasos y se convirtieron en piezas clave para entender su trayecto.
Las cámaras a lo largo de la carretera México Querétaro registraron a Yeshua caminando por el carril lateral, cruzando Plaza San Marcos y retomando la vía.
Con esos videos, recolectados inicialmente por su familia, el padre del joven reconstruyó paso a paso el recorrido nocturno de su hijo. Días más tarde, la fiscalía confirmó estos datos mediante el sistema de cámaras C4.

En las imágenes finales, Yeshua aparece sobre la banqueta cerca del Hotel Delicias y el Banco del Bajío. Luego cruza la calle, cediendo el paso a una grúa.
Segundos después, su figura desaparece detrás de los árboles en la entrada del parque industrial Cuamatla. Ese tramo de entre 100 y 200 metros es lo que la familia denomina “punto ciego”. Y también es el lugar donde todo rastro de Yeshua se esfuma.
El silencio inicial de las autoridades golpeó duramente a la familia. Les explicaron que no podían iniciar el expediente porque era “día festivo”, una respuesta que les arrebató horas cruciales de búsqueda.
Mientras tanto, ellos se vieron obligados a recorrer la zona, tocar puertas y solicitar grabaciones por su cuenta, mientras los encargados de investigar parecían actuar con una inexplicable lentitud.

Lo más inquietante es lo que registraron las cámaras justo después de que Yeshua se perdió de vista: una patrulla estatal cruzó el punto ciego, seguida de una grúa de plataforma y finalmente una patrulla municipal.
Las imágenes coinciden con el testimonio de un presunto testigo que afirma que Yeshua habría sido revisado por policías estatales y que estos inspeccionaban su mochila. Hasta ahora, ninguna autoridad ha confirmado ni desmentido oficialmente esta versión.
La situación se volvió aún más contradictoria cuando la fiscalía declaró que no había recibido los videos de la empresa CR International, una compañía que posee cámaras clave en la zona.
Pero la empresa aseguró públicamente que había entregado todo el material desde el 25 de noviembre. Esta discrepancia encendió las alarmas: para la familia, la investigación no solo avanza con lentitud, sino que parece estar siendo obstaculizada.

Solo después de que el caso explotara en redes sociales, las autoridades desplegaron operativos con policías especializados, perros de búsqueda y drones.
Sin embargo, para la familia estos esfuerzos llegaron tarde. Ellos no han dejado de recorrer calles, pegar carteles y distribuir la imagen de Yeshua con la esperanza de evitar que el caso se diluya en la indiferencia.
En un acto desesperado pero firme, la familia decidió bloquear la caseta de Tepotzotlán sobre la autopista México Querétaro para presionar a las autoridades.
Luis Cisneros, el padre de Yeshua, se quebró emocionalmente al explicar su decisión: “Si no hago esto, no me van a responder”.
Hoy, la desaparición de Yeshua trasciende lo personal. Es un espejo de la fragilidad institucional, de la desconfianza crecente y de la vulnerabilidad de los jóvenes mexicanos al encontrarse con cuerpos policiales. Cada día que pasa sin respuestas añade una nueva capa al misterio.
Y en el centro de todo sigue ese tramo de 200 metros. Un joven entra al punto ciego, pero ninguna cámara registra su salida. En una zona industrial iluminada, vigilada y transitada por patrullas, ¿cómo puede alguien desaparecer sin dejar rastro?
Esa pregunta no puede ser enterrada. Y hasta que la verdad emerja, el nombre de Yeshua seguirá recordándonos que el derecho a ser buscado y a ser encontrado nunca debe ser negociable.