Un giro inesperado reavivó la polémica en el caso de envenenamiento con talio que dejó a dos adolescentes muertas en Bogotá, luego de que un supuesto mensaje de Zulma Guzmán Castro se filtrara en redes sociales, revelando una relación clandestina entre ella y el padre de una de las víctimas.
Esta revelación desató un impacto inmediato en la opinión pública, que ahora cuestiona si detrás de la tragedia existía un conflicto personal, emocional o incluso un posible móvil pasional que hasta hoy no había sido explorado abiertamente.
La atención nacional volvió a concentrarse en un caso ya marcado por la conmoción y la incertidumbre.
Según los avances más recientes de la Fiscalía y el CTI, la muerte de las estudiantes Emilia e Inés, de 13 y 14 años, dejó de ser considerada un accidente o un hecho fortuito.

Tras siete meses de pesquisas, análisis forenses, rastreo de envíos y reconstrucción del recorrido del paquete, las autoridades concluyeron que se trató de un homicidio minuciosamente planificado.
Todas las pistas apuntan a Zulma Guzmán Castro, una empresaria de 45 años, fundadora de la compañía de autos eléctricos compartidos Car-B, conocida en el ecosistema de emprendimiento colombiano.
La tragedia ocurrió el 4 de abril de 2025, cuando tres adolescentes y un joven de 21 años se reunieron en un apartamento del barrio Rosales, en el norte de Bogotá.
La cita parecía un encuentro cotidiano entre amigos: conversación, comida a domicilio, galletas caseras y sushi.
Sin embargo, un detalle sobresalió entre las actividades habituales: una caja de frambuesas cubiertas de chocolate, enviada como un supuesto obsequio anónimo, llegó horas antes a la casa de una de las menores. Las jóvenes la llevaron al encuentro sin imaginar que ese regalo sería el origen del desastre.

Pocas horas después de consumirlas, comenzaron los síntomas graves: vómitos, dolor intenso, arritmias y fallas multiorgánicas.
Los cuatro fueron trasladados de urgencia a la Fundación Santa Fe, uno de los centros médicos más prestigiosos de la capital.
Emilia e Inés fallecieron entre el 5 y el 9 de abril. La tercera adolescente sobrevivió con secuelas y el joven logró salir ileso de complicaciones severas.
El informe de Medicina Legal despejó todas las dudas: las frambuesas estaban contaminadas con talio, un metal altamente tóxico, incoloro e insípido, casi imposible de detectar a simple vista.
Este hallazgo orientó la investigación hacia la caja de regalo, su procedencia y su envío. Con el rastreo completo del paquete, los análisis periciales y las declaraciones de testigos, todas las líneas de evidencia se dirigieron hacia Guzmán.

En ese contexto, el mensaje filtrado atribuido a ella generó un terremoto mediático.
En el texto, supuestamente dirigido a un grupo de contactos, Guzmán afirma que no huyó del país tras la tragedia, asegurando que lleva más de dos años viviendo en Argentina y que nunca fue notificada de una investigación formal en su contra.
Pero la frase que desató la indignación y el debate fue la que hacía referencia a un vínculo íntimo con el padre de una de las víctimas, insinuando que ese antecedente sería la razón por la cual su nombre terminó involucrado en el expediente.
“Me están acusando de enviar veneno que mató a las niñas… Imagino que es porque tuve una relación clandestina con el papá de una de ellas”, señala el mensaje.
Analistas de comunicación en Colombia interpretan que esta admisión puede tener varias lecturas.

Podría tratarse de un intento de justificar su aparición en el caso o bien de una maniobra para desviar la narrativa pública y sugerir que la investigación responde a conflictos personales más que a evidencias contundentes.
Mientras tanto, los investigadores mantienen reservas y evitan confirmar cualquier hipótesis sobre un móvil sentimental hasta tener plena claridad sobre los hechos.
Tras el envenenamiento, Guzmán salió de Colombia y pasó por Argentina, Brasil, España y el Reino Unido. Aunque sostiene que se trató de viajes habituales, la Fiscalía afirma que dejó el país pocos días después de iniciadas las primeras diligencias, una coincidencia que levantó aún más sospechas.
Un juez penal ordenó su captura y la Interpol emitió una Circular Roja, activa en 196 países. La Fiscalía insiste en que el material probatorio es sólido y que Guzmán es considerada el “nexo logístico” detrás del envío del paquete contaminado.
La sociedad colombiana se encuentra dividida. Para algunos, el vínculo sentimental podría tener relación con un posible móvil, especialmente si existieron disputas previas.

Para otros, la filtración del mensaje podría entorpecer el proceso y cargar el caso de interpretaciones subjetivas.
Mientras tanto, las familias de las víctimas continúan exigiendo respuestas claras y justicia por un crimen que arrebató vidas que apenas comenzaban a florecer.
El caso del talio en Bogotá ya no es solo un expediente judicial, sino un fenómeno que expone tensiones sociales, vacíos emocionales y una cadena de interrogantes sin resolver.
Las revelaciones del mensaje atribuido a Guzmán no hicieron más que profundizar la complejidad del caso y aumentar la presión sobre las autoridades encargadas de reconstruir la verdad.
Con la búsqueda internacional aún en marcha, el país sigue atento a cada nueva actualización, esperando que finalmente se esclarezca un episodio que ha marcado profundamente a toda una nación.