Neida Sandoval, la mujer que durante 25 años despertó a millones de latinos en Estados Unidos con su voz cálida y su sonrisa impecable, ha decidido revelar lo que realmente ocurrió cuando las luces se apagaron. La historia que durante años permaneció enterrada detrás de su imagen pública es más dura, más humana y más brutal de lo que cualquiera podría imaginar.
En 2016, un “gracias y adiós” sin previo aviso puso fin a décadas de trabajo en Telemundo y Univisión. Oficialmente fue una reestructuración, pero según fuentes internas, la salida de Sandoval fue el desenlace de un conflicto tras bambalinas marcado por celos, tensiones y silencios orquestados. Una guerra fría entre presentadoras y productoras que habría dejado cicatrices imposibles de borrar.
Pero lo que el público ignoraba era que, mientras lidiaba con la caída profesional más abrupta de su vida, su mundo personal también colapsaba. El 13 de enero de 2003, solo meses después de dar a luz a sus mellizos, su esposo, el militar estadounidense David Cran, se desplomó en la cocina víctima de un ataque cardíaco y un derrame cerebral. Ese instante cambió para siempre el curso de sus vidas.
David sobrevivió, pero nunca volvió a ser el mismo. Neida pasó de estrella televisiva a cuidadora a tiempo completo, madre, proveedora y ancla emocional de un hogar que se desmoronaba. Lo hacía en silencio, sonriendo cada mañana a la audiencia mientras su vida personal se mantenía en pie con alfileres.
Durante 19 años soportó hospitalizaciones, terapias y recaídas, hasta que en febrero de 2022 llegó el golpe final: David murió en paz, dejando tras de sí un vacío imposible de llenar. Neida cumplió su última promesa: llevarlo a descansar en Minas de Oro, Honduras, su refugio. Y aunque la herida sigue abierta, ha aprendido que la fuerza no es olvidar, sino recordar con amor.
Hoy, a los 62 años, Neida regresa a la televisión con el programa de investigación EnFoco en HIT, decidida a contar historias que importan. Pero su mayor reportaje siempre será el suyo: una historia de amor, pérdida, traición y resiliencia, contada sin filtros y con la crudeza de quien ha sobrevivido a lo impensable.