Sin embargo, detrás de esa voz inconfundible y su éxito arrollador, existió una historia de desgaste vocal, enfermedades y conflictos personales que marcaron el ocaso de su carrera y su vida.
En este artículo, exploramos cómo una canción en particular contribuyó al deterioro de su voz, las enfermedades que enfrentó y la compleja relación con su único hijo.
Camilo Blanes Cortés, conocido artísticamente como Camilo Sesto, saltó a la fama mundial en 1971 con canciones que rápidamente se convirtieron en himnos de la música romántica.
Su voz, capaz de alcanzar notas altas con gran potencia y claridad, fue su sello distintivo.
Desde sus primeros años como solista, su talento llamó la atención tanto en España como en América Latina, y su carrera despegó con fuerza.
Su máximo esplendor vocal llegó en 1975 con su participación en la ópera rock *Jesucristo Superstar*, donde interpretó la canción “Getsemaní”.
Esta pieza exigía un nivel vocal extremo, con momentos de falsete y un desgarro vocal intenso que, según expertos, fue clave en el desgaste progresivo de sus cuerdas vocales.
Durante la década de los 70, Camilo Sesto llegó a realizar cerca de 6000 conciertos en todo el mundo, interpretando “Getsemaní” y otras canciones con una entrega total que llevó al límite su instrumento más preciado: su voz.
“Getsemaní” no solo es una de las canciones más emblemáticas de Camilo Sesto, sino también la que, según especialistas en voz, fue responsable de un daño irreversible en sus cuerdas vocales.
El coach vocal Pablo Vargas explica que el desgaste vocal se debía al desgarro y raspado constante que la canción exigía, lo que provocaba una sequedad y un callo en las cuerdas vocales que disminuía su sensibilidad y capacidad para vibrar con fuerza.
Este desgaste comenzó a notarse a finales de los años 70 y principios de los 80, cuando la voz de Camilo empezó a mostrar una ligera opacidad y dificultad para alcanzar las notas altas con la misma facilidad de antes.
Su presentación en el Festival de Viña del Mar en 1981 evidenció estos cambios, aunque muchos seguidores no lo percibieron en ese momento.
Además del desgaste vocal por la exigencia de su repertorio, Camilo Sesto enfrentó serios problemas de salud que afectaron su voz y su carrera.
En 1980 contrajo hepatitis B, una enfermedad que dañó gravemente su hígado y, por ende, su capacidad vocal.
La información sobre su enfermedad se mantuvo en privado durante años, y fue hasta el año 2000 cuando se supo que Camilo se había sometido a un trasplante de hígado.
La hepatitis, sumada al consumo de cigarrillos, contribuyó a que su voz fuera perdiendo fuerza y calidad con el paso del tiempo.
Para finales de los 80, su voz ya no era la misma que la que había enamorado a su público en los 70.
Canciones como “Perdóname” mostraban claramente estas diferencias en su registro vocal.
A pesar de las dificultades, Camilo Sesto continuó cantando y ofreciendo conciertos durante las décadas siguientes.
Sin embargo, la resistencia de sus cuerdas vocales ya no era la misma, y se hacía evidente el cansancio acumulado tras años de exigencias extremas sobre su voz.
Su despedida oficial llegó en 2010 con un concierto multitudinario en Madrid, donde se pudo notar una voz más nasal y menos vibrante, apoyándose en técnicas de resonancia para compensar el desgaste de sus cuerdas vocales.
A partir de ese momento, su presencia en escenarios fue cada vez más esporádica.
Además de los problemas físicos, la vida personal de Camilo Sesto estuvo marcada por una relación complicada con su único hijo, Camilo Blanes.
Aunque en su último concierto en México en 2017 lo invitó al escenario en un gesto de reconciliación, la química entre ambos era limitada y la distancia emocional evidente.
Se ha especulado que esta tensión familiar afectó la salud y el bienestar de Camilo Sesto en sus últimos años, contribuyendo al deterioro de su estado general y, posiblemente, a la calidad de su voz.
A pesar de esto, Camilo Blanes mostró talento vocal, pero no logró manejar la presión de ser el hijo de una leyenda.
Camilo Sesto falleció el 8 de septiembre de 2019 a los 72 años, tras una larga batalla contra la hepatitis y problemas renales.
Su muerte fue una pérdida sentida en el mundo de la música, pero su legado permanece vivo.
Artistas contemporáneos como David Bisbal, Carlos Rivera y Nathy Peluso reconocen la influencia de Camilo Sesto en sus carreras, y sus canciones siguen siendo un referente de la música romántica en español.
La historia de Camilo Sesto es la de un talento extraordinario que alcanzó la cima gracias a una voz poderosa y emotiva, pero también la de un artista que pagó un alto precio por su entrega total a la música.
La canción “Getsemaní” simboliza ese sacrificio, siendo a la vez un himno y un recordatorio del desgaste vocal que sufrió.
Entre enfermedades, exigencias artísticas y conflictos personales, Camilo Sesto dejó un legado imborrable que sigue inspirando a nuevas generaciones.
Su voz puede haberse apagado, pero su música y su historia continúan resonando en el corazón de millones.