Carlos Rincón, un nombre que en los últimos meses venía ganando fuerza entre los amantes de la música urbana y pop alternativo,
sorprendió a todos al romper su silencio con una acusación directa, explosiva y cargada de indignación: Leslie Shaw, la cantante peruana conocida por su estilo provocador y sus éxitos virales, habría lanzado una canción recientemente como propia… cuando, según Rincón, la letra, la melodía y hasta los arreglos son de su autoría.
En una transmisión en vivo que rápidamente se volvió viral, Carlos no se contuvo ni un segundo.
“Estoy cansado de ver cómo artistas con más nombre se aprovechan del trabajo de quienes estamos luchando desde abajo.
Esa canción la escribí yo, la produje con mis manos y mi corazón.
Ella solo la cantó… ¡y ahora sale a decir que es de ella!”, gritó ante miles de seguidores conectados.
La canción en disputa, cuyo título no fue revelado inicialmente, ya se encuentra sonando en radios y plataformas digitales bajo el nombre de Leslie Shaw.
Sin embargo, fans atentos comenzaron a atar cabos cuando notaron que semanas antes, Rincón había compartido un fragmento idéntico en su cuenta de Instagram, aunque en versión acústica.
El parecido no solo es evidente: es idéntico.
Misma melodía, mismo coro, misma estructura.
Lo único que cambió fue la voz y el brillo de una producción más costosa.
Carlos asegura que todo comenzó como una colaboración informal.
“Nos reunimos en un estudio pequeño, compartimos ideas.
Ella me dijo que le encantó lo que compuse y que le encantaría grabarlo.
Jamás firmamos nada porque yo confié en su palabra”, explicó.
Lo que vino después, según Rincón, fue un silencio absoluto por parte de Shaw… hasta que un mes después, la canción apareció publicada como un sencillo oficial de Leslie, sin mención alguna a su nombre.
Lo más indignante para el joven artista fue ver cómo la canción comenzó a acumular miles de reproducciones y cómo Shaw daba entrevistas presumiendo su “nuevo hit”, sin siquiera insinuar que la creación no era enteramente suya.
“Es un robo disfrazado de oportunidad.
Así no se construyen carreras, así se destruyen talentos”, sentenció Rincón, claramente afectado.
Ante la ola mediática, Leslie Shaw no se quedó callada.
A través de un escueto comunicado, negó rotundamente las acusaciones y aseguró que “la canción fue desarrollada desde cero junto a su equipo de producción, y cualquier similitud con materiales previos no es más que coincidencia”.
Sin embargo, esta respuesta no ha convencido ni a los fans de Rincón ni a buena parte de la industria, que ya comienza a exigir transparencia.
Varios colegas músicos han salido a respaldar a Carlos, afirmando que este tipo de situaciones son más comunes de lo que el público cree.
“Hay muchos artistas grandes que cazan talento joven para alimentarse de sus ideas sin darles el crédito merecido”, escribió uno de ellos en Twitter.
Mientras tanto, expertos legales ya analizan la situación y no descartan una demanda formal por violación de derechos de autor.
El caso ha desatado una conversación más amplia sobre ética musical, propiedad intelectual y el eterno abuso de poder que enfrentan los artistas emergentes.
Para muchos, Carlos Rincón se ha convertido en la voz de todos aquellos que han sido silenciados por miedo o por la maquinaria implacable de la industria.
Por su parte, Rincón ha dejado claro que no piensa quedarse de brazos cruzados.
“No me importa si esto me cierra puertas.
Prefiero defender mi arte que callar por conveniencia.
Esta canción es mía, y voy a pelear por ella hasta el final”.
Lo que parecía una simple disputa artística se ha convertido en una bomba que podría detonar en los tribunales, y nadie sabe aún cuál será el impacto total en la carrera de Leslie Shaw.
Pero una cosa es segura: esta historia está lejos de terminar, y el drama solo acaba de comenzar.