DEBANHI ESCOBAR ¿QUIÉN M4T0 A NUESTRA HIJA?

El caso de Debanhi Escobar —la joven estudiante de 18 años desaparecida tras asistir a una fiesta en Nuevo León en abril de 2022— sacudió a México y al mundo entero.

La última imagen de Debanhi, sola en una carretera oscura, se convirtió en símbolo del miedo y la impotencia de miles de mujeres desaparecidas en el país.

Tres años después, cuando muchos pensaban que el caso había quedado en el olvido, nuevas pericias forenses, investigaciones independientes y documentales internacionales han reavivado la polémica.

Hoy, la pregunta sigue siendo la misma, pero con un eco más fuerte: ¿quién fue realmente responsable de la muerte de Debanhi y por qué la justicia aún calla?

El tercer informe de autopsia —realizado por el Instituto de Ciencias Forenses de la Ciudad de México (INCIFO) junto con el experto de la ONU José Mario Nájera— cambió por completo la dirección de la investigación.

El documento concluye que Debanhi murió por asfixia mecánica por sofocación, es decir, por obstrucción de las vías respiratorias, y no por ahogamiento como se había sostenido oficialmente. En sus pulmones no había agua, ni rastros de barro, ni signos de haber inhalado líquidos.

Así, se derrumba la hipótesis de un “accidente” dentro del tanque de agua del Motel Nueva Castilla, versión que las autoridades intentaron sostener durante meses.

Aún más revelador es el intervalo post mortem estimado entre 3 y 5 días antes del hallazgo del cuerpo, lo que implica que Debanhi estuvo viva al menos una semana después de su desaparición.

En su estómago se hallaron restos de alimento —posiblemente papas fritas—, indicio de que había comido pocas horas antes de morir.

Esto contradice radicalmente la idea de que su cuerpo permaneció en el agua durante días. Los expertos forenses afirman que es imposible conservar restos alimenticios en el estómago tras una semana de descomposición en agua. Para ellos, el cuerpo de Debanhi fue colocado en el tanque poco tiempo antes de ser encontrado, entre el 20 y el 21 de abril.

La aparición de una frase escrita con lápiz labial en la pared rugosa del tanque añadió un componente macabro a la historia. El mensaje decía: “Intenté salvarme, los amo.” El grafólogo Francisco Sánchez aseguró que la escritura coincidía con la caligrafía de Debanhi en sus cuadernos.

Además, el tipo de lápiz labial correspondía al que ella llevaba consigo y se detectó ADN suyo en algunas letras. Sin embargo, la credibilidad de esta evidencia ha sido cuestionada.

Especialistas independientes advierten que resulta casi imposible escribir sobre una pared húmeda y áspera con un lápiz labial usado, y más aún en la oscuridad y bajo condiciones de pánico.

También señalan que el texto fue tratado químicamente por la fiscalía antes de su análisis, lo que podría haber alterado las muestras originales. ¿Fue realmente el último mensaje de Debanhi… o una puesta en escena destinada a desviar la investigación?

Las inconsistencias de la fiscalía de Nuevo León no terminan ahí. En el tanque se encontró ADN de una tercera persona, pero la institución lo atribuyó a “contaminación” de un perito durante el levantamiento del cuerpo.

A pesar de las pruebas de asfixia y los múltiples indicios de manipulación del cadáver, el caso aún no ha sido tipificado como feminicidio. Ante la desconfianza en las autoridades, los padres de Debanhi —Mario Escobar y Dolores Basaldúa— solicitaron una meta-pericia para revisar los tres informes anteriores y determinar si hubo negligencia o encubrimiento.

“Ya no confiamos en nadie, pero seguiremos hasta saber la verdad”, dijo Escobar, visiblemente exhausto pero determinado.

Paralelamente, el documental de HBO “Debanhi Escobar: ¿Quién mató a nuestra hija?” encendió nuevamente la indignación pública. La serie reconstruye los últimos días de la joven y muestra, con crudeza, los errores, omisiones y contradicciones del proceso oficial.

En las imágenes se observa que durante la fiesta en Quinta El Diamante, Debanhi fue agredida físicamente: la golpearon, la empujaron contra una pared, le jalaron el cabello y ella intentó defenderse con patadas.

Sin embargo, nadie fue detenido. Cuando el padre de Debanhi exigió explicaciones, uno de los responsables del operativo de búsqueda respondió: “Ella también agredió.” Una frase que evidencia el nivel de indiferencia institucional ante la violencia de género.

Los fallos en el operativo de búsqueda fueron igualmente graves. Los perros rastreadores utilizados no recibieron prendas con el olor de Debanhi, bajo el argumento absurdo de que estaban “entrenados para todo”.

La zona del motel fue inspeccionada tres veces sin resultados, a pesar de que el tanque donde yacía el cuerpo estaba a pocos metros de los rescatistas.

Incluso un mapa presentado en el documental muestra que varios de los presentes comían o descansaban a escasos metros del punto exacto donde se encontraba la joven. ¿Cómo es posible que nadie percibiera el olor a descomposición durante tantos días?

Otro detalle inquietante fue revelado en la serie documental de Vix: el Motel Nueva Castilla había funcionado años atrás como un club nocturno clandestino, con habitaciones ocultas, túneles y un sótano bajo el restaurante.

Cuando el lugar fue reabierto tras una larga disputa legal, varios sectores —incluido el área de cámaras de vigilancia— aparecieron incendiados, destruyendo registros que podrían haber sido clave.

Tres años después, nadie ha sido imputado, y la fiscal Griselda Núñez Espinosa, encargada de los feminicidios en Nuevo León, continúa en su cargo. Los padres de Debanhi siguen encabezando marchas, conferencias y vigilias, convertidos en la voz de una causa que trasciende su tragedia personal.

“Debanhi no es solo mi hija —dijo su padre durante una vigilia—, es el rostro de miles de jóvenes que desaparecen y que el Estado se niega a buscar.”

El caso de Debanhi Escobar expone, una vez más, las grietas profundas del sistema judicial mexicano, donde la negligencia, el machismo y la corrupción siguen costando vidas. Su historia es un recordatorio doloroso de que en México, la justicia muchas veces se ahoga antes de salir a la superficie.

Y mientras el eco de aquella frase escrita en la pared —“Intenté salvarme”— resuena en la memoria colectiva, el país entero se pregunta: ¿quién mató a Debanhi Escobar… y quién protege a los que saben la respuesta?

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