La noche del 1 de noviembre de 2025, Uruapán, Michoacán, se preparaba para su Festival de las Velas, una tradición que ilumina la plaza principal con miles de luces en honor a los difuntos.
Carlos Alberto Manzo Rodríguez, alcalde independiente de 40 años, transmitía en vivo por Facebook invitando a las familias a disfrutar la fiesta.
Vestía su característico sombrero, sonreía y cargaba a un niño disfrazado.
Minutos después, un joven de 17 años se acercó disfrazado de reportero, sacó una pistola y disparó ocho veces.
Manzo cayó con impactos en abdomen y brazo.
Un regidor y un escolta resultaron heridos.
El atacante fue abatido por la Guardia Nacional.

Dos cómplices fueron detenidos.
A las 20:50 horas, el hospital confirmó su muerte.
La plaza quedó cubierta de velas derretidas y charcos de sangre.
El país entero vio los videos que se viralizaron en redes.
Carlos Manzo no era un político común.
Nacido en Uruapán el 9 de abril de 1985, estudió Ciencias Políticas en el ITESO.
Trabajó como auditor del IMSS y llegó al Congreso como diputado federal por Morena en 2021.

En 2024 rompió con el partido y ganó la alcaldía como independiente con el 66 % de los votos.
Su lema: “Los del Sombrero”.
Desde el primer día declaró guerra abierta al crimen organizado.
Canceló contratos corruptos, clausuró bodegas de huachicol y expulsó funcionarios coludidos.
En mayo de 2025, tras el asesinato de una empleada municipal, publicó: “Delincuente armado que resista, hay que abatirlo”.
En septiembre canceló el Grito de Independencia por seguridad y pidió a Claudia Sheinbaum refuerzos federales.
“No quiero ser otro alcalde ejecutado”, repetía.

Tenía 14 elementos de la Guardia Nacional y ocho policías municipales, pero esa noche no llevaba chaleco antibalas.
El móvil apunta al Cártel Jalisco Nueva Generación.
El arma del sicario menor de edad había sido usada en dos balaceras previas contra rivales.
En agosto, Manzo celebró la captura de “El Rino”, jefe de plaza del CJNG en Uruapán.
El alcalde publicó el video y advirtió: “Tarde o temprano los detendremos o abatiremos”.
La respuesta llegó el Día de Muertos.

El fiscal Carlos Torres Piña confirmó que el adolescente abatido era Víctor Manuel Ubaldo Vidales, de Paracho.
Las detenciones de los cómplices revelaron pagos y logística externa.
Ningún testigo ha denunciado traición interna, pero el acceso al área VIP levanta sospechas.
La investigación federal y estatal sigue abierta.
El domingo 2 de noviembre, Uruapán amaneció de luto.
Miles velaron el ataúd cubierto con la bandera municipal.

Su viuda, Grecia Quiroz, asumirá interinamente la alcaldía.
En Morelia, estudiantes marcharon con playeras blancas y sombreros.
En Apatzingán incendiaron el palacio municipal.
En Uruapán quemaron monumentos.
Gritaban: “¡Manzo no murió, lo mató el Estado!”.
Claudia Sheinbaum convocó al Gabinete de Seguridad y prometió cero impunidad.
Omar García Harfuch anunció un nuevo despliegue en Tierra Caliente.

El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla coordinó patrullajes masivos.
Pero las velas seguían apagándose una a una.
Manzo es el sexto alcalde asesinado en 2025 y el tercero en Michoacán.
Antes cayeron Martha Laura Mendoza en Tepalcatepec y Salvador Bastida en Tacámbaro.
Desde 2006 suman 92 presidentes municipales ejecutados en México.
Uruapán exporta aguacate y limón a Estados Unidos, pero los productores pagan cuota al CJNG, Viagras y Cárteles Unidos.

Extorsiones, secuestros y fosas clandestinas son cotidianas.
Manzo denunció que 200 guardias nacionales fueron retirados en octubre.
Sheinbaum respondió que sí había apoyo, pero el evento era público y sin controles.
Los vecinos replican: “Si tenía escoltas, ¿dónde estaban?”.
¿Qué sigue para Uruapán? Grecia Quiroz enfrentará el mismo infierno.
El Congreso local debate blindaje electoral para 2027.

Productores de limón exigen mesa de seguridad permanente.
Estudiantes planean paro indefinido.
En redes circula un audio anónimo: “Si callan a uno, hablaremos mil”.
Las velas del festival se consumieron, pero el pueblo las enciende cada noche frente al palacio municipal.
Exigen nombres, carpetas, sentencias.
Porque la justicia que tarda no llega, y la que no llega mata.
Uruapán no olvida.
México tampoco debería.