Brayan Campo, el hombre acusado por el brutal asesinato de la pequeña Sofía Delgado, dejó caer una bomba que sacudió los cimientos del sistema judicial colombiano.
En palabras frías, sin titubeos, soltó: “Ella no fue la única.
Hay más”.Por un segundo, el aire pareció congelarse en la celda.
Nadie respiró.Los oficiales pensaron que se trataba de una manipulación más, un juego de un criminal desesperado por atención.
Pero no.Lo que vino después fue una narración tan detallada, tan cruel, que no dejó margen para la duda.
Brayan comenzó a enumerar nombres, lugares y fechas.
Pequeños fragmentos de vidas apagadas que hasta ahora no figuraban en ningún informe policial.
No eran invenciones al azar; sus relatos coincidían con desapariciones no resueltas en varios departamentos del país, especialmente entre 2016 y 2021.
Según fuentes cercanas a la investigación, mencionó al menos tres menores más, todos con características similares: edades entre 7 y 10 años, entornos vulnerables, desapariciones sin testigos directos.
Uno de los oficiales encargados, que pidió mantener su identidad en reserva, confesó que tuvo que abandonar la sala temporalmente por el impacto emocional.
“No hablaba como un asesino arrepentido.
Hablaba como alguien que estaba contando lo que había desayunado, sin culpa, sin emoción, sin alma”.
El silencio después de cada nombre que mencionaba era aún más perturbador.
Como si esperara que los demás llenaran los espacios con miedo.
Como si disfrutara la reacción.
Brayan no pidió perdón.No buscó justificar sus actos.
Solo habló.Y luego guardó silencio.
Uno tan espeso que, según los presentes, “se podía cortar con cuchillo”.
Los fiscales ya están reabriendo carpetas archivadas de casos sin resolver en las regiones mencionadas por Brayan.
Hay coincidencias inquietantes: edades, perfiles, patrones.
Incluso se sospecha que podría haber cometido estos crímenes antes del caso de Sofía, lo que pondría en tela de juicio a las autoridades por no haber detectado antes el patrón.
¿Cuántos niños desaparecieron sin que nadie conectara los puntos? ¿Cuántas veces pasó Brayan desapercibido, caminando entre la gente, mientras ocultaba un historial de muerte? Las familias de Sofía y de otras posibles víctimas ahora viven una nueva pesadilla.
Ya no es solo el dolor de una pérdida, sino el terror de descubrir que no fue un acto aislado, sino parte de una serie sistemática y premeditada.
Los medios de comunicación, por su parte, han explotado la noticia, pero con información limitada, ya que gran parte de la confesión está bajo reserva judicial.
Sin embargo, se filtró que hay más entrevistas programadas con él, y que la Fiscalía estaría considerando ofrecerle un trato para obtener más nombres, más detalles, más verdades.
Pero la gran pregunta que se impone es: ¿cuánto más está dispuesto a confesar? ¿Y por qué ahora? Algunos analistas criminales especulan que Brayan podría estar jugando con el sistema, buscando retrasar procesos, manipular a las autoridades o incluso ganar notoriedad pública.
Otros temen que haya más involucrados, que no actuó solo, que sea parte de una red aún no identificada.
La posibilidad de cómplices pone a las autoridades en alerta máxima.
La imagen de Brayan como un “asesino solitario” podría estar a punto de derrumbarse.
Y mientras tanto, el país observa con horror una historia que no deja de oscurecerse.
Porque lo más aterrador no es lo que confesó.
Lo más aterrador es pensar que aún no lo ha contado todo.
Y cada segundo que pasa, hay una familia más que se pregunta si su pesadilla también lleva su firma.
En las sombras del penal, Brayan Campo permanece en silencio.
Pero ese silencio ahora grita más fuerte que nunca.