Penélope Cruz atesora más de 25 años de carrera en la meca del cine gracias en gran parte a su profesionalidad a la hora de preparar sus papeles, para lo que suele utilizar algunos de los mejores dialect coaches, como Tim Monich, Joan Washington o Samara Bay.
“Me siento muy afortunada de poder hacer películas en cuatro idiomas [español, inglés, italiano y francés] y con muchos diferentes acentos”, dijo recientemente Penélope Cruz en una intervención en el podcast Smartless, uno de los más escuchados en Estados Unidos y que presentan los actores Jason Bateman, Will Arnett (ambos coincidieron en Arrested Development) y Sean Hayes (conocido por la serie Will & Grace). “En mi caso no considero una desventaja tener un acento porque al fin y al cabo ha jugado a mi favor en mi carrera, me ha abierto muchos puertas y me ha ofrecido la oportunidad de interpretar personajes de diferentes nacionalidades”.
Cruz acudió al podcast precisamente para promocionar Ferrari (se estrena en España el 9 de febrero), la película de Michael Mann en la que encarna a Laura Garello, también conocida como la “signora Ferrari” por haber sido la esposa de Enzo Ferrari, el fundador de la mítica Scuderia Ferrari al que da vida Adam Driver. Por una decisión creativa, la española y Driver interpretan a sus personajes en inglés, pero hablando con acento italiano (al actor ya le tocó hacer lo propio hace no mucho en House of Gucci, por lo que se está especializando), lo que obligó a la actriz a trabajar en profundidad la entonación y los diálogos.
“Siempre tengo un dialect coach en mi vida”, explicó en Smartless. Al dialect coach hoy en día se le considera como un especialista que ayuda a los actores a modular y crear patrones en su voz para adecuarse a los requerimientos de una determinada producción, pero hace no mucho en Hollywood se los denominaba de manera reduccionista “atajadores de acentos”. “Últimamente he estado trabajando mucho con Tim Monich, que es increíble. Y he tenido muchos profesores para los distintos idiomas y acentos que he utilizado”, añadía Cruz.
Efectivamente, desde que ‘Pe’ desembarco en Hollywood en 1998 –también hay que recordar que ha rodado producciones muy aclamadas en Italia y en italiano, y se llevó incluso el David di Donatello a la mejor actriz por Non ti mouvere (2004) y el año pasado fue nominada de nuevo por L’immensità– para compartir cartel con Woody Harrelson, Billy Crudup o Patricia Arquette en The Hi-Lo Country, de Stephen Frears, la figura del coach dialect le ha resultado fundamental para tener un carrera tan larga y exitosa al otro lado del charco.
Casi siempre ha contado además con los mejores: aparte de Monich, que es ya una leyenda y del que hablaremos luego, trabajó también con una de las más célebres y prolíficas, la británica Joan Washington, quien ha participado en más de 100 películas y series de televisión como dialect o voice coach, así como en casi otro centenar de producciones teatrales.
Desde que le ofrecieron colaborar con Barbra Streisand en Yentl (1983), Washington ayudó a Glenn Close a construir una Cruella de Vil creíble y temible en 101 Dálmatas (y su secuela), a Emma Stone en La Favorita, a Ewan McGregor y Natalie Portman en Star Wars Episodio 1: La amenaza fantasma, a Cate Blanchett en Life Aquatic y Elizabeth, a Ralph Fiennes en Grandes Esperanzas y a Anne Hathaway en Las brujas de Roald Dahl, por nombrar unos pocos de sus innumerables créditos en IMDB.
A Penélope Cruz la ayudó en los que eran todavía sus inicios en Hollywood, concretamente en La mandolina del Capitán Corelli (2001), la película de John Madden protagonizada por Nicolas Cage en la que interpretó a una joven griega, algo que podía hacer gracias a sus facciones mediterráneas, pero necesitaba que su acento resultara creíble.
“Un dialect coach tiene que estar con el actor desde el principio”, dijo Washington, quien presumía de dominar casi 125 sonidos distintos de vocales, en una entrevista para The Independent en 1991. “Si no es así, adquiere malos hábitos y lo único que se puede hacer es poner una venda, hay mucha entonación que corregir”.
Washington, que estaba casada con el actor Richard E. Grant, al que hemos podido ver recientemente en Saltburn encarnando al esposo de Rosamund Pike, falleció por desgracia en 2021 a los 74 años a causa de un cáncer de pulmón, pero trabajó casi hasta el final y nunca se jubiló. De hecho, la última película en la que colaboró, Agentes 355 (2022), en la que actúa la propia Penélope Cruz además de Jessica Chastain, Lupita Nyong’o y Diane Kruger, se estrenó ya después de su fallecimiento.
Antes de meterse en la piel de Laura Ferrari, Cruz encarnó a otro mito italiano, Donatella Versace, en una gran producción televisiva estadounidense, American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace. En aquella ocasión contó con la inestimable colaboración de Samara Bay, otra de las coaches más conocidas y que también ha trabajado con Rachel McAdams, Pierce Brosnan, Gal Gadot, Ricky Martin, Jennifer Jason Leigh, Rosie O’Donnell, Miles Teller o Ana de Armas, entre muchos otros.
Bay además está haciendo últimamente esfuerzos para transmitir sus conocimientos al gran público, lo que le ha llevado a publicar un libro, Permission to Speak, en el que ofrece consejos para utilizar la voz para lograr objetivos, especialmente para aquellos que tienen que hablar en público, y ha puesto asimismo en marcha un podcast con el mismo título.
“Para los actores, imitar acentos es divertido, un truco de fiesta más”, escribió en un ensayo en el Huffington Post. “Pero cuanto intentan hacerse pasar por un extranjero en sala de audición con gente que sabe distinguir lo real de lo falso, es cuando llega el verdadero desaliento”.
Volviendo a Penélope Cruz, como ella ya adelantaba, ahora ha estado confiando en Tim Monich, uno de los dialect coaches más solicitados como demuestra que haya participado recientemente en tres de las películas que han protagonizado la temporada de premios: Maestro, Los asesinos de la luna y la propia Ferrari, en la que ha asesorado tanto a Cruz como a Driver.
Monich atesora una ya larga trayectoria y fue discípulo de Edith Skinner, la vocal coach más influyente de la historia y cuyo libro Speak with Distinction: Exercises, publicado por primera vez en 1942 (Monich colaboró directamente en una de sus revisiones posteriores), determinó la manera de hablar en pantalla de una buena parte de los actores estadounidenses durante el siglo XX.
Monich empezó a trabajar en los años 80, pero fue en la década siguiente cuando comenzó a ser reclutado para grandes producciones como JFK: Caso abierto, Thelma & Louise, Un horizonte muy lejano, Entrevista con el vampiro o La edad de la inocencia. Su ritmo de trabajo es de los más elevados en su profesión, llegando a participar en alrededor de una decena de producciones cinematográficas y televisivas al año, y ahora, a sus 74 primaveras, tampoco parece tener mucha intención de aminorar la marcha: continúa participando en cinco o seis películas al año y estrellas del calibre de Leonardo DiCaprio o Brad Pitt suelen recurrir a él cuando necesitan perfeccionar un acento (últimamente ha estado ayudando a Timothée Chalamet para preparar su esperado biopic de Bob Dylan, a juzgar por algunas imágenes que se han filtrado).
“Recorre el mundo coleccionando voces como si fueran monedas”, le confesó DiCaprio al periodista Alec Wilkinson para un perfil que escribió sobre Monich en The New Yorker, aludiendo a la afición de este a grabar a personas por la calle cada vez que escucha un acento que le agrada.
“Nunca utilizo la palabra ‘acento’ o ‘dialecto’ porque cohíbe al que está hablando”, explica Monich sobre este hobby vinculado a su vocación profesional. “Les digo que me encanta coleccionar historias; si me presionan, les explico que me encantan las voces y si van más allá, confieso que a veces me gusta ayudar a los actores a crear voces”.