Enrique Novi, uno de los actores más queridos y emblemáticos de la cine y televisión mexicana, vive hoy una etapa marcada por el silencio y la reflexión.A punto de cumplir 80 años, su vida, que alguna vez estuvo llena de glamour, éxito y reconocimiento, ha cambiado radicalmente.
Su historia, llena de momentos dorados y despedidas silenciosas, refleja la realidad de muchas estrellas que, tras brillar intensamente, terminan sus días alejados del foco público.
En este artículo, exploraremos su trayectoria, sus últimos años y cómo vive actualmente un ícono del entretenimiento latinoamericano.
Enrique Novi nació en la Ciudad de México el 21 de abril de 1947, con el nombre de Enrique Rabinovic.

Desde muy joven, mostró interés por el mundo del espectáculo, iniciando su carrera en el género de las fotonovelas, un formato que en su tiempo fue muy popular en Latinoamérica.
En aquella época, en blanco y negro, su rostro comenzó a ser reconocido junto a estrellas emergentes como Verónica Castro y Edit González.
Su primera aparición importante fue en “Los gemelos de Lucy Félix”, una de las fotonovelas más famosas del momento, que le abrió las puertas a la actuación en televisión.
Su debut en la pantalla chica llegó en 1971 con la telenovela “Mis Tres Amores”, donde compartió escena con figuras ya consolidadas como Nati Mistral y Narciso Busquets.

Su presencia en pantalla y talento natural lo posicionaron rápidamente entre los actores jóvenes más prometedores de la década de los 70.
Para finales de esa década, ya era un galán reconocido y en 1980 logró su primer papel estelar en “No temas al amor”, junto a Daniela Romo.
Desde entonces, su carrera fue en ascenso, consolidándose como uno de los actores más confiables y queridos del medio.
Durante los años 80 y 90, Enrique Novi se convirtió en un rostro familiar en las telenovelas mexicanas.
Participó en producciones memorables como “Mi segunda madre” (1989) y “Madres egoístas” (1991), donde mostró un lado más maduro y profundo de su talento actoral.
Su versatilidad le permitió interpretar desde galanes románticos hasta personajes más complejos y reflexivos.
La popularidad de Novi no solo se limitó a México, sino que su trabajo fue reconocido en toda Latinoamérica, conquistando corazones y dejando un legado imborrable en la historia de la televisión hispana.
En 1996, decidió dar un paso audaz y cambió de cadena, uniéndose a TV Azteca, donde participó en producciones como “Con toda el alma” y “El chacal”.
A lo largo de los años, su carrera también cruzó fronteras, participando en programas en inglés como “Hawaii 5.0” y “Born in Season”, demostrando su versatilidad y talento más allá del mercado mexicano.
A principios de los años 2000, Enrique Novi comenzó a alejarse paulatinamente de la actuación.
En 2002, prácticamente se retiró del mundo del espectáculo, enfocándose en otros proyectos, principalmente en negocios relacionados con la industria del calzado y emprendimientos comerciales.
En 2007, sorprendió a todos al incursionar en la política, postulándose como asesor del Instituto Federal Electoral (IFE).
Aunque no ganó, dejó entrever un interés genuino por contribuir a su país desde otra esfera.
Su regreso a la televisión fue breve y discreto en 2010, participando en la serie “Drenaje profundo” de TV Azteca, donde compartió créditos con actores como Ana Serradilla y Juan Pablo Medina.
Sin embargo, su presencia en los medios fue cada vez más escasa, y en los últimos años, su vida ha estado marcada por el silencio y la sencillez.
A lo largo de su vida, Enrique Novi contrajo matrimonio en tres ocasiones, siempre con mujeres judías, pero ninguno de sus matrimonios duró mucho tiempo.
Su relación más conocida fue con la periodista Adela Micha, una figura influyente en los medios mexicanos.
Sin embargo, su matrimonio fue breve y, tras la separación, Novi se mantuvo en un perfil muy bajo, alejándose de los reflectores y las polémicas.

Sus amigos cercanos describen su vida actual como una “larga despedida” silenciosa.
La enfermedad, la vejez y el paso del tiempo comenzaron a hacer mella en su salud y ánimo.
La figura que alguna vez llenó las salas y los hogares de millones de latinoamericanos ahora vive en la tranquilidad de su hogar, disfrutando de sus últimos años en la sencillez y la reflexión.
Aunque en los últimos años se ha alejado de la actuación, Enrique Novi no ha dejado de ser un apasionado de la música y la cultura.
Sus amigos recuerdan que su verdadera pasión siempre fue la música, no como intérprete, sino como archivista y coleccionista.
En su casa, se conservan grandes colecciones de vinilos, grabaciones raras y libros de historia musical.
Tarde de domingo, conducir por la ciudad o simplemente disfrutar en casa, para él, la música era un refugio y una forma de mapear su vida.
También tenía un profundo interés por la fotografía callejera, capturando detalles cotidianos y escenas que muchas veces pasaban desapercibidas.
Su amor por la literatura, especialmente por autores como Borges, Cortázar y Sabines, complementaba su visión artística y su sensibilidad.
Desde finales de 2021, la salud de Enrique Novi comenzó a deteriorarse.
Los amigos cercanos y familiares empezaron a notar cambios en su estado físico y emocional.
La enfermedad que lo aquejaba fue un golpe duro, y en diciembre de 2023, se confirmó que su situación era delicada.
La noticia se difundió lentamente, y hoy, a casi 80 años, vive en un estado de fragilidad, en silencio, lejos del brillo y la atención que alguna vez lo rodearon.

Sus amigos expresan que su vida ahora es una rutina tranquila, con paseos cortos, largas conversaciones con viejos amigos y momentos de introspección.
La figura que alguna vez fue un símbolo de glamour y juventud, ahora es un ejemplo de dignidad y resistencia en la vejez.
Enrique Novi dejó una huella imborrable en la historia de la televisión mexicana y latinoamericana.
Sus personajes, su talento y su elegancia siguen siendo recordados con cariño por varias generaciones.
Sin embargo, su historia también refleja la realidad de muchas estrellas que, tras su brillo, enfrentan la soledad, la enfermedad y el silencio en sus últimos años.
Su legado trasciende las pantallas y las cámaras, convirtiéndose en un símbolo de la sencillez y la autenticidad en un mundo lleno de apariencias.
La historia de Enrique Novi, llena de éxitos y despedidas silenciosas, nos recuerda que el verdadero valor de una estrella no está solo en su brillo, sino en la dignidad con la que enfrenta su despedida.