En la aparente calma nocturna de Polanco – una de las zonas más seguras y exclusivas de la Ciudad de México – el hallazgo de dos cuerpos envueltos en cobijas y con huellas de violencia brutal sacudió a la capital en la madrugada del 19 de septiembre de 2025.
Las víctimas no eran desconocidos: se trataba de dos jóvenes promesas de la música latina, el cantante colombiano Byron Sánchez, conocido artísticamente como Viking o B King, y el DJ Jorge Luis Herrera, alias Regio Clown.
Pero lo que provocó mayor conmoción no fue solo el crimen, sino la cartulina colocada junto a los cadáveres, con un mensaje de amenaza presuntamente firmado por La Familia Michoacana. Un “narcomensaje” en pleno corazón de la capital, un desafío directo a las autoridades y a la sociedad.

De acuerdo con los primeros informes, un trabajador de limpieza fue quien descubrió los cuerpos a las 6:45 de la mañana en una calle desolada cercana a Ejército Nacional y Lago Surich.
La escena parecía diseñada para infundir terror: los cadáveres, el envoltorio improvisado con cobijas y la cartulina blanca escrita con tinta negra, un recurso ampliamente utilizado por el crimen organizado para sembrar miedo y marcar territorio.
Que esto sucediera en Polanco, símbolo de seguridad y prosperidad, elevó la gravedad del caso.
Viking, de apenas 27 años, era considerado una de las voces emergentes del reggaetón alternativo en Medellín. Su música ya había cruzado fronteras, con presentaciones en Ecuador, Panamá y México, y un fuerte alcance en plataformas digitales.
Regio Clown, DJ y colaborador cercano desde 2023, era conocido en la escena underground por su estilo provocador, oscuro y agresivo. Ambos habían llegado a Ciudad de México el 12 de septiembre para grabaciones y un show privado en Santa Fe.

El 16 de septiembre fueron vistos por última vez al salir de un gimnasio en Polanco a las 15:01 horas; abordaron un vehículo de servicio y, desde entonces, sus teléfonos dejaron de emitir señal.
La reacción internacional fue inmediata. En Colombia, el presidente Gustavo Petro responsabilizó a las políticas antidrogas por generar un ambiente de violencia que terminó por cobrar la vida de los artistas.
Exigió a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, resultados rápidos. En México, la indignación ciudadana creció: si incluso Polanco podía ser escenario de un doble homicidio con sello del narco, ¿dónde estaba realmente a salvo la población?
Ante la presión diplomática y social, Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Ciudadana de la capital, asumió personalmente la investigación.
Reconocido por su historial de enfrentamientos contra organizaciones criminales, Harfuch anunció la operación “Relámpago”, un despliegue de fuerzas de alto impacto con el objetivo de resolver el caso en un plazo máximo de 72 horas.

Unidades especializadas en secuestro, inteligencia cibernética, Marina y Guardia Nacional fueron movilizadas. El rastreo digital reveló un dato inquietante: el celular de Regio Clown se encendió brevemente 12 horas después de la desaparición en la zona de Gustavo Amadero, lo que abrió una nueva línea de investigación.
Simultáneamente, se realizaron cateos en Chalco, Nezahualcóyotl y Gustavo Amadero, zonas históricamente vinculadas a la delincuencia organizada.
Dos sospechosos ya fueron identificados: uno presuntamente relacionado con la interceptación del vehículo de las víctimas, y otro con la colocación del narcomensaje.
La principal hipótesis apunta al crimen organizado. La Familia Michoacana, que ha extendido su influencia hacia zonas urbanas de la Ciudad de México, es conocida por usar ejecuciones y mensajes públicos como mecanismo de control.

Los investigadores consideran que Viking y Regio Clown pudieron haberse cruzado accidentalmente con intereses del grupo o haber sido confundidos con informantes o rivales.
No obstante, también se baraja un móvil personal. Estefanía Agurelo, hermana de Viking, reveló que semanas antes del viaje su hermano recibió mensajes de amenaza advirtiéndole que se alejara de ciertos círculos peligrosos.
Este crimen no solo representa una tragedia para la música latinoamericana, sino también una prueba de fuego para las instituciones mexicanas.
En Colombia, miles exigen justicia para sus artistas. En México, la sociedad teme que el narcotráfico haya roto definitivamente la frontera entre periferia y centro urbano, marcando su territorio en pleno Polanco.
Para Harfuch, el caso se ha convertido en el desafío más grande de su carrera: demostrar que puede doblegar al crimen organizado o cargar con un fracaso histórico.
La pregunta que resuena hoy es si Viking y Regio Clown murieron por un azar fatal en medio de la guerra del narco, o si fueron víctimas de un secreto aún más oscuro. Y sobre todo, ¿fue ese mensaje sangriento dirigido solo a dos jóvenes artistas, o un reto descarado contra el Estado mexicano?