La mañana en Naucalpan amaneció con un aire pesado. En la sala de audiencias, el juez sorprendió a todos al declarar que los dos sospechosos por la desaparición de la joven Kimberly Moya —Gabriel N y Paulo N— “actuaron de manera serial”.
Una frase breve, pero suficiente para estremecer a todo el tribunal. ¿Se trata de una desaparición aislada o del comienzo de una cadena de crímenes ocultos bajo la rutina urbana?
La audiencia inicial se prolongó durante dos días. La defensa solicitó una ampliación del plazo constitucional
para analizar 18 horas de grabaciones provenientes de cámaras C4, C5 y privadas cercanas al recorrido de Kimberly el 2 de octubre.

A pesar de que los acusados se reservaron su derecho a declarar, el juez decidió imponer prisión preventiva justificada, argumentando que representan un riesgo para la comunidad, especialmente para las jóvenes del municipio.
La próxima audiencia fue programada para el jueves siguiente, cuando se determinará si serán vinculados a proceso por el delito de desaparición forzada cometida por particulares.
Según la Fiscalía, Paulo N conducía un vehículo tipo sedán gris —identificado como un “Bocho”— y siguió de cerca el trayecto de Kimberly. Mientras tanto, Gabriel N habría caminado detrás de ella y posteriormente la habría obligado a subir al automóvil.
Pero lo que más impactó fue la afirmación del juez: “Actuaron de manera serial, con método y patrón.” Dicho de otro modo, no sería la primera vez que cometen un acto similar.

Esta revelación dejó en shock tanto a la familia como a la opinión pública, al sugerir la existencia de un modus operandi sistemático, cuidadosamente planificado y posiblemente relacionado con otras jóvenes desaparecidas en Naucalpan.
Por su parte, el abogado defensor de Paulo N asegura que su cliente “no tiene nada que ver”, argumentando que simplemente “estuvo en el lugar y momento equivocado”.
La defensa promete presentar testimonios y pruebas en la próxima audiencia para demostrar la inocencia de ambos y denunciar lo que califican como un “error mediático”. Sin embargo, la decisión de mantenerlos encarcelados demuestra que el tribunal aún no está convencido de su versión.
Mientras el proceso judicial avanza lentamente, la pregunta que persiste en el aire es una sola: ¿Dónde está Kimberly?. Aunque se han hallado indicios genéticos atribuidos a ella, nadie sabe si sigue con vida.

La familia se enteró de la detención de los sospechosos a través de los medios, no por las autoridades, lo que desató una ola de indignación.
En respuesta, cientos de personas bloquearon durante más de 14 horas la avenida Periférico Norte en una protesta que, aunque criticada por su radicalidad, resultó altamente efectiva: la Fiscalía Especializada en Desapariciones acudió personalmente al lugar, habló con la madre de Kimberly y ofreció avances del caso.
Otras familias con parientes desaparecidos también recibieron atención directa y anunciaron que seguirán movilizándose hasta que se encuentre a Kimberly o se revele la verdad.

La incertidumbre persiste sobre Naucalpan: ¿es el caso de Kimberly Moya un hecho aislado o la pista de un patrón de depredadores en serie operando en la periferia de Ciudad de México? Mientras la justicia se mueve con lentitud, el tiempo —enemigo implacable en toda desaparición— sigue corriendo, y con cada hora que pasa, la esperanza de encontrar a Kimberly con vida se desvanece un poco más.