41 años después de la muerte de Francisco Rivera ‘Paquirri’,
aún no se han respetado sus últimas voluntades y sus herederos todavía esperan recibir sus recuerdos.
No es una cuestión económica. Lo que enfrenta a los hijos del torero,
Fran y Cayetano Rivera, es una colección de objetos de incalculable valor sentimental, más allá de lo que pueda costar en subastas. Pero se han encontrado con un obstáculo imposible de salvar durante más de cuatro décadas: Isabel Pantoja. Son numerosas las versiones que se han puesto sobre la mesa para dificultar que los herederos reciban los objetos que el testamento les reconocía. Siempre les ha quedado la baza de recurrir a la justicia para hacer valer sus derechos y que sea un juez quien medie entre ambas partes. ¿Por qué no se ha dado este paso? Muchas veces se han echado en cara públicamente este desaire, especialmente Fran Rivera, que ha llegado incluso a sentarse en un plató de televisión hace unos meses para volver a reclamar los recuerdos de su padre a la viuda. Hay un motivo por el cual no quieren meter a la justicia en el asunto.
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La cantante no quería desprenderse de capotes, trajes de luces y demás enseres, llegando a mentir para no tener que hacer frente con su responsabilidad. Así se lo echó en cara su hijo, Kiko Rivera, cuando entró en una habitación ‘secreta’ de Cantora y descubrió todo lo que su madre prometía no tener. Isabel Pantoja juró no saber nada de estos objetos, incluso llegó a denunciar que unos ladrones entraron en su casa y se lo llevaron todo. Así durante décadas, hasta que su hijo abrió la puerta equivocada. Esa que le hizo enfrentarse en una acalorada discusión y que se materializó a modo de traición en ‘La herencia envenenada’. Un programa de varios capítulos en el que madre e hijo rompieron mediáticamente, precisamente tras descubrirse este asunto, además por muchos otros entuertos económicos.
Joaquín Moeckel, abogado que defiende los intereses de los hijos mayores de Carmina Ordóñez, ha querido arrojar más luz sobre este asunto. Lo ha hecho respondiendo a todas las cuestiones en ‘D corazón’: “Francisco y Cayetano Rivera, a los que yo represento, siempre han dicho que estos enseres no tienen ningún tipo de valor económico, pero sí un valor incalculable, por distintos motivos. Primero, porque son de su padre, también porque los dos se han dedicado a ser toreros. Si mi padre es abogado y yo he heredado una toga de él, tiene un valor sentimental que para otra persona no la tendría”, detalla. Una vez dada la importancia al lote de la herencia que nunca llegaron a recibir a manos de la encargada de custodiarlos, lo único que les faltaba era saber de su existencia.
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Antes de que pudiese formalizarse dicha entrega, en Cantora entraron supuestamente los cacos. Se denunció el robo de objetos, entre ellos los trajes de luces y capotes de Paquirri. La leyenda ponía en duda esta versión, algo que después confirmaría Kiko Rivera. Esta revelación dio un giro inesperado al caso y renovó las ilusiones de sus hermanos, como así explica su abogado: “Ahora lo tengo, ahora no, lo último fue que Kiko Rivera dijo en un programa de televisión, que supuestamente los enseres robados o extraviados estaban en la finca”. Esto hizo que el letrado requiriese a Isabel Pantoja dicho lote a través de una notaría en Medina Sidonia: “Hizo caso omiso. ¿Qué me queda? Un procedimiento reclamando a esta señora los enseres. Demandar a la señora y el testigo sería su hijo Kiko Rivera”.
Esta es el último paso posible: demandar. Pero, tanto Fran Rivera como su hermano Cayetano se niegan a iniciar acciones legales contra Isabel Pantoja. Pero tienen un motivo de peso para no hacerlo, como así ha terminado por confesar su abogado: “A mí para recuperar unos trajes no me vale todo, si para eso tengo que echar a pelar a un hijo con una madre. Yo no soy la señora Pantoja”, lanza a modo de dardo envenenado: “Si Kiko Rivera va al juzgado y dice que vio los bienes, entonces se pone en contra de su madre y a favor de sus hermanos, Francisco y Cayetano. Si hace lo contrario, se pone a favor de su madre y en contra de sus hermanos”. Sería ponerle entre la espada y la pared y no siempre saben a quién terminará defendiendo.