La gran vergüenza de Eurovisión 2025 que pagó España y, sobre todo, Melody.

Melody decide alejarse de todo por un tiempo y abandona a RTVE tras lo  ocurrido en Eurovisión | Televisión

Melody no se merecía quedar en el puesto 24º de Eurovisión 2025. Tampoco se merecía recibir 10 puntos del televoto ni recibir puntos sólo de cinco países. Pagaron justos por pecadores. Pagó Melody y lo pagó muy caro.

Durante mucho tiempo cada día después de Eurovisión (incluso con Chanel) la sensación que me queda en el cuerpo es ‘¡para que coño seguimos presentándonos!’.

Es verdad que participar en Eurovisión sirve de promoción para el artista, para que te conozcan fuera de España, para que te quieran más en España, pero también sirve para sufrir. España siempre sufre en Eurovisión.

Incluso cuando éramos claramente ganadores con Chanel, sufrimos porque ganó antes la política que la música.

Resulta curioso decir esto cuando este sábado, a horas escasas de celebrarse la final de Eurovisión 2025, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) envío una carta a la jefa de la delegación española, Ana María Bordás, en la que advertía que si Tony Aguilar y Julia Valera volvían a hacer referencia a las víctimas palestinas de la guerra en Gaza al presentar a la representante israelí habría “sanciones punitivas en virtud del reglamento”.

La amenaza era clara: “Las cifras de víctimas no tienen cabida en un programa de entretenimiento apolítico”.

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¡JA! Apolítico, dicen, y se quedan tan a gusto. Lo primero, en esta vida todo tiene que ver con la política.

Lo segundo, en una Festival de la canción europea en el que participa Israel, en el que hay países vecinos, países a los que han provocado un apagón -Portugal nos dio 0 puntos-, países a los que debes determinados favores o que te los deben ellos a ti, países que apoyan una cosa, mientras otros apoyan otra, todo es política.

El resultado de Melody y el resultado de Israel en Eurovisión 2025 es el ejemplo más claro.

Melody fue la mayor perjudicada por las amenazas de la UER, pero también lo fue por la decisión de RTVE de responder a esas amenazas.

Segundos antes de que comenzase en La 1 la retransmisión de la final de Eurovisión, RTVE colocaba un rótulo con el siguiente mensaje en pantalla escrito en español y en inglés: “Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina”.

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RTVE tenía que responder, igual que lo hizo el Consejo de Informativos apelando a la libertad de expresión de Tony Aguilar y Julia Valera que lo único que hicieron en su presentación de Israel en la segunda semifinal de Eurovisión fue explicar que la cantante Yuval Raphael sobrevivió a los atentados del 7 de octubre de 2024, que su canción era una canto a la unidad y que la guerra gaza ha dejado más de 50.000 palestinos muertos por los ataques de Israel sobre Gaza. No dijeron ninguna mentira. Presentaron los hechos, pero a la UER no le pareció bien.

¿Por qué? Porque Israel protestó, envío una queja formal y había que dar una lección a España.

No nos tiene que sorprender el tema de la censura y de la libertad de expresión dentro de la UER ni en Eurovisión 2025, es una organización y un Festival puritano, conservador, chapado a la antigua por mucho que las actuaciones cada vez sean de otra galaxia.

Este año han censurado a Finlandia por ser “demasiado sexual” -por contra han dejado que Armenia y Australia mostraran los pechotes de sus representantes machotes, pero el culo de una mujer no-; han prohibido a Malta decir kant (canto, en su idioma) porque sonaba a cunt, coño en inglés; y con España, pues ya se ha visto.

Y aquí está la clave si España participa en Eurovisión acepta las reglas de Eurovisión porque si quieres cambiar el sistema desde dentro quien paga no es RTVE, quien paga es quien se planta sobre el escenario, hace una actuación de escándalo, se lo curra durante meses y acaba con tan sólo 37 puntos entre el voto del jurado de cada país y el televoto.

Hay ya unos antecedentes que marcaron a la delegación española en este Eurovisión.

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José Pablo López, presidente de RTVE, fue el primer presidente de una televisión pública en enviar una carta a la UER pidiendo abrir un debate sobre la participación de Israel. Lógico. Mucho se ha tardado en hacerlo, pues es un tema que lleva tiempo rodando y ensombreciendo Eurovisión entre los que quieren que se la expulse y los que quieren que esté.

Primera tocada de narices a la UER. Sí, Bélgica, por ejemplo, también se alzó contra la guerra en Gaza no emitiendo la actuación de Israel en la gran final de Eurovisión, pero es que Bélgica no participaba en la final porque no pasó el corte de la primera semifinal.

Es decir, no se jugaban nada de nada. El remate ha sido lo del rótulo.

¿Eligió bien el momento RTVE? ¿Pensó en las consecuencias que podía tener para Melody? ¿No midió la repuesta de Europa? ¿Pensó que nos iba a beneficiar por posicionar la televisión pública española en contra de los ataques de Israel sobre Gaza? Está claro que muchas de estas preguntas no se pasaron por la cabeza.

Hay que responder a la censura, claro que sí; hay que mostrar el apoyo a quien se considere que hay que apoyar, pero, tal vez, la mejor respuesta -y seguro que no es el único país que se uniría después- es decir ‘hasta aquí hemos llegado’.

Decir a la UER que o deja de censurar, de intentar controlar, de engañar con la frasecita de que un festival apolítico, pero después convertirlo en lo más político, o España dice ciao pescao.

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Ha sido muy valiente lo que hizo RTVE, pero también muy inconsciente porque no pensó en que iban a pagar justo por pecadores.

Pagó Melody, y pagó un precio demasiado alto. Melody tiene que estar orgullosa de su actuación, de su trabajo, de lo artistaza que es, de la lección de poderío, fuerza, experiencia y arte que tiene.

No se le puede poner ni un solo pero a lo que ha hecho en Eurovisión 2025. A quien le toca reflexionar ahora es a RTVE y a la UER.

Hay que cambiar el sistema de voto, el no permitir la participación de países que estén implicados en conflictos armados, hay que dejarse de censuras, hay que saber cuando Eurovisión ha dejado de ser la Eurovisión de sus inicios, al menos, en cuanto a espíritu.

Y hay que saber cuándo hacer las cosas para que la ilusión de una representante no se rompa en mil pedazos por algo que a ella ni le va ni le viene ni ha sido ningún efecto de su causa.

Los datos del televoto están ahí: los europeos han apoyado a Israel dándole un porrón de votos, incluso España, al menos lo que votaron, ha apoyado a Israel -los 12 puntos del televoto fueron para Israel-.

Faltó pensar antes de actuar. Eurovisión 2025 tendría que haber sido la Eurovisión de Melody y no la noche ni de la UER ni de RTVE.