Desde la infancia de Carlos hasta su muerte prematura a los 15 años, la familia vivió una experiencia sobrenatural que hoy inspira a millones a vivir con santidad y esperanza.
Carlos Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres, en circunstancias que para su madre ya anunciaban un destino especial.
La clínica donde nació tenía la costumbre de publicar los nacimientos en el prestigioso periódico Times de Londres, y el nombre de Carlos apareció en sus páginas, lo que Antonia interpretó como una señal divina.
Quince días después, fue bautizado el mismo día que el cumpleaños del Papa Juan Pablo II, un hecho que parecía tejido por la mano de la providencia, dado que Carlos tenía sangre polaca y fue bautizado por una beata polaca nacida ese mismo día.
Aunque Antonia vivía inicialmente sin una fe profunda, la espiritualidad de Carlos comenzó a tocar su corazón desde muy temprano.
A los tres años, Carlos mostraba una devoción y comprensión de los misterios divinos que sorprendían a su madre.
Fue entonces cuando Antonia experimentó una conversión definitiva, comprendiendo la importancia de los sacramentos, la oración y la presencia real de Cristo en la Eucaristía.
Carlos se convirtió en el maestro espiritual de su madre, enseñándole con su ejemplo y su amor a la Virgen María.
A los cinco años, ya preguntaba con seriedad sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía, demostrando una sabiduría que parecía venir de otra dimensión.
Con el paso de los años, Carlos crecía no solo en estatura sino en santidad. Su devoción era profunda y su vida diaria un testimonio vivo de amor a Dios.
Su primera comunión fue un momento celestial que conmovió a su madre hasta las lágrimas.
Carlos no solo era un adolescente devoto, sino también un alma profética que veía más allá del velo entre el mundo terrenal y el eterno.
En su hogar, lo sobrenatural se volvió cotidiano. Carlos tocó el corazón de quienes lo rodeaban sin necesidad de sermones, simplemente con su ejemplo.
Uno de los casos más notables fue la conversión de Rajes, un joven hindú que trabajaba en su casa y que, gracias al testimonio de Carlos, abrazó la fe católica dejando atrás su antigua religión.
Desde pequeño, Carlos hizo profecías sorprendentes sobre su propia vida y muerte.
A los 15 años, grabó un video en el que afirmaba con serenidad que moriría al pesar 70 kilogramos, y que la causa sería la ruptura de una vena en su cerebro.
Nadie en su familia tomó estas palabras con seriedad, pensando que eran fantasías de un joven sensible.
Sin embargo, cuando Carlos fue diagnosticado con leucemia fulminante, la realidad superó la profecía.
En el hospital, al pesarlo, la balanza marcó exactamente 70 kg, confirmando la precisión sobrenatural de su anuncio.
A pesar del dolor intenso y la gravedad de su enfermedad, Carlos mantuvo una actitud de paz y caridad, preocupándose más por el bienestar de quienes lo cuidaban que por su propio sufrimiento.
El 12 de octubre de 2006, Carlos Acutis falleció, pero su historia no terminó allí. Para su madre, Antonia, los días posteriores fueron un continuo encuentro con lo sobrenatural.
Carlos se le apareció en sueños como un ser glorioso, anunciándole su beatificación y futura canonización.
Además, profetizó el nacimiento de hermanos para Antonia, algo que parecía imposible dado que Carlos era hijo único y Antonia tenía 39 años.
Cuatro años después, Antonia dio a luz a gemelos, confirmando una vez más la dimensión divina de la misión de su hijo.
Desde su muerte, los milagros atribuidos a la intercesión de Carlos Acutis no han dejado de sorprender.
Personas enfermas que recobraron la salud, conversiones profundas y gracias espirituales han sido reportadas en todo el mundo.
Su cuerpo permaneció intacto durante el proceso de beatificación, un signo visible que fortalece la fe de muchos.
Carlos también dejó un legado espiritual llamado “kit de santidad”, un programa que incluye obras de caridad, oración diaria, asistencia a misa, confesión frecuente y adoración eucarística, invitando a todos a vivir una vida de santidad auténtica.
Carlos Acutis es un ejemplo de santidad para los jóvenes y para toda la humanidad. Su vida demuestra que la santidad no es algo reservado para unos pocos, sino una vocación universal.
Su mensaje enfatiza la importancia de los sacramentos, la oración y la caridad, recordándonos que lo esencial es invisible a los ojos y solo se ve con el corazón.
Su madre, Antonia Salzano, continúa difundiendo su testimonio, invitando a todos a seguir el ejemplo de Carlos y a vivir cada instante como una oportunidad sagrada para la santificación.